“Los militares quemaron mi casa“, nos dijo Michael afuera del Centro Migratorio Siglo 21 de Tapachula, Chiapas. “Quemaron nuestras casas y ahora no tenemos hogar”.

Los soldados venían buscando a los simpatizantes de las fuerzas de Ambazonia, un movimiento separatista en el sur de Camerún, cuando abrieron fuego contra la población e incendiaron las casas. Tras estos hechos, él y su hermano, Jonas, decidieron salir del país.

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Como Michael y Jonas, hay decenas de cameruneses llegando a México por la frontera sur en uno de los momentos más turbulentos de la historia migratoria de nuestro país. Dediquemos una breve revisión a lo que está pasando en esa parte de África.

Un país enredado en conflictos

Camerún es una nación en la costa del Atlántico africano con 22 millones de personas. Fue una colonia alemana pero tras la Primera Guerra Mundial pasó a manos de los ingleses y franceses, quienes lo dividieron en dos partes. Cada nación europea administró su parte hasta 1960, cuando Camerún consiguió su independencia.

Desde un inicio, la diferencia lingüística proyectó las divisiones y conflictos que hoy se manifiestan. Sólo en dos de las 10 regiones del país se habla inglés, mientras que en las demás domina el francés.

Huir de un genocidio en África para terminar en... México
Michael (izq) y Jonas (der). (Imagen Plumas Atómicas)

Desde su independencia, los angloparlantes se fueron reduciendo y hoy, sólo una quinta parte de la población habla inglés; así lo detalla una investigación de la Universidad de Yaundé, en la capital camerunés.

Finalmente, no sólo se ha reducido el número de angloparlantes y las áreas con menor desarrollo en el país son las mismas que habita esta población, explica la BBC.

Estas condiciones han llevado al surgimiento de un movimiento separatista de las dos regiones anglófonas para formar la república de Ambazonia que tiene ya costos sangrientos que, según la BBC, podría escalar a una guerra civil.

Los combatientes de Ambazonia y los militares cameruneses han chocado desde el 2017 imponiendo un sufrimiento a los civiles. Los cameruneses en Tapachula que hablaron con Plumas Atómicas, afirman que la persecución de los anglófonos es ahora un genocidio.

Huir de un genocidio en África para terminar en... México
Tropas cameruneses en la región anglófona. (Imagen: Reuters/ Zohra Bensemra)

En 2018 Human Rights Watch, registró serias violaciones a los derechos humanos, ya que desde que empezó el levantamiento de Ambazonia, durante las operaciones militares se han cometido ejecuciones extrajudiciales y quemado propiedades de los habitantes, entre ellas, hogares y escuelas. Estos abusos también los han hecho los combatientes separatistas ambazonianos.

A este conflicto entre anglófonos y el gobierno del presidente camerunés, Paul Biya, se suman las acciones del grupo terrorista radical musulmán conocido como Boko Haram; en la región del Extremo Norte, este grupo, conocido principalmente por el secuestro de más de 200 niñas en Nigeria en 2014, ahora está activo realizando ataques.

Según la ONU, en Camerún hay 200 mil desplazados internos y 300 mil refugiados. Sólo en Nigeria se han reportado, por los conflictos, más de 30 mil cameruneses exiliados.

A 12 mil kilómetros de casa

Nueva York se encuentra a unos 4 mil kilómetros de la Ciudad de México. Londres y París están a aproximadamente 9 mil kilómetros de la capital mexicana. Camerún se halla a casi 12 mil kilómetros, 11,900 para ser más precisos.

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La distancia entre México y Camerún es de 11,900 kilómetros. (Imagen: Google)

Esta distancia varía según la ruta y su dificultad cambia cuando se mueve uno en la clandestinidad.

Mientras en Europa hubo un enorme esfuerzo para reducir la migración de refugiados del Oriente Medio y África, el camino a América Latina, aunque más difícil, permanece abierto y sin filtros, esto según migrantes que hemos venido entrevistando desde octubre del año pasado.

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En ese sentido, Jonas, maestro en su país, nos ofreció con detalles la ruta que él y su hermano tomaron para llegar a Chiapas:

“Dejé Camerún en abril y viajé por mar. Llegué a Nigeria, donde tomé mi vuelo. Aterricé en Turquía y de Turquía me moví directamente a Ecuador. Cuando aterricé en Ecuador, dejé Ecuador y me fui en carro a Colombia, narró el docente camerunés.

Ecuador, como un pequeño paréntesis, no solicita visas, por lo que estos migrantes lo escogen como un buen destino para comenzar su viaje hacia el norte.

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El Tapón de Darién. (Imagen: Wikimedia Commons)

En Colombia, los hermanos viajaron a Turbo y en un barco se movieron a Capurgana. De ahí atravesaron un lugar que representa un enorme riesgo para los migrantes: el Tapón del Darién, una espesa selva descendiente hacia el istmo centroamericano donde difícilmente se halla comida, agua limpia y, además, merodean bandidos.

“Me quedé en el bosque durante una semana sin comida y bebiendo agua sucia. Algunos no lo lograron por las condiciones ahí”, apuntó Jonas. “Conocí (en el Darién) a una mujer desesperada, sin ayuda y pese a lo que podíamos hacer, la poca comida que podíamos darle, no pudo sobrevivir. Murió ahí (…) Y luego hay muchos ataques. Hay ladrones. La gente que ataca son ladrones (…) y se llevan el dinero, las mujeres son violadas, algunos son asesinados“.

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Centro Migratorio Siglo 21. Imagen: Plumas Atómicas

Recién llegados a Panamá, comentó el maestro, fueron bien recibidos y tras vivir un mes en un campamento, avanzaron a México. Están ahora cruzando un solo país para llegar a su destino: los Estados Unidos y Canadá.

Huir de un genocidio para llegar… a México

El gobierno de México tiene una larga tradición de dar la bienvenida a comunidades que huyen de la violencia. Pasó con los libaneses, los chilenos y los españoles, quienes escaparon de sus respectivos conflictos.

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Lázaro Cárdenas y exiliados de España. (Imagen: Archivo Histórico Diplomático)

Hoy, ser refugiado y llegar a México es otra historia.

Desde octubre del 2018, cuando llegó la caravana migrante centroamericana a Chiapas, el presidente de los Estados Unidos, Donald Trump, criticó fuertemente las políticas y acciones mexicanas por abrirle camino a los migrantes hacia su país, ignorando el reclamo de los hondureños, guatemaltecos y salvadoreños que alegan ser refugiados debido a la pobreza y violencia en sus países.

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Desde finales de mayo, Trump amenazó con aplicar tarifas del 5% a todas las importaciones que lleguen de México. Tras días de negociaciones, no puso ninguna tarifa, pero sí consiguió que López Obrador desplegara a seis mil elementos de la Guardia Nacional a la frontera sur.

Jonas, Michael y decenas de migrantes cameruneses han quedado envueltos en esta situación. Elementos de seguridad y el Instituto Nacional de Migración (INM) detienen a cualquier migrante que esté en el país sin documentación adecuada y son enviados a los Centros Migratorios, donde tendrán que esperar a resolver su papeleo, si es que no son deportados inmediatamente.

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Durante cuatro meses, de enero a abril, han sido presentadas 51,607 personas ante el INM. Esta cifra representa un aumento del 17% respecto al mismo lapso del año pasado.

“No puedes ir a donde no conoces. Sólo escogimos México porque México, su gobierno, acepta refugiados con una buena condición y por eso estamos aquí. Por eso me puedes entrevistar, porque México nos acepta, si no tal vez hubiéramos estado en otro lado, así que puedo decir hasta donde sé que aprecio a México por aceptarnos”, declaró Jonas.

Huir de un genocidio en África para terminar en... México
Migrantes en el Centro Migratorio Siglo 21. (Imagen: Plumas Atómicas)

Jonas y Michael esperan poder conseguir su calidad de refugiados y continuar su camino a Estados Unidos. ¿Por qué a ese país?: la barrera del lenguaje, explican los cameruneses. No exageran su demanda, dijeron otros connacionales de los hermanos, sino que, en su huída de un país desbaratado por los conflictos entre terroristas, separatistas y fuerzas gubernamentales, toman lo que pueden.

De no ser por la lengua, nos dijo Jonas, se quedarían aquí, ¿pero cómo encontrar trabajo, cómo comunicarse con la gente, si no se comparte? Jonas y Michael esperan encontrar un nuevo hogar y dejar atrás aquel país que les dio vida; aun así, si no se les concede refugio, se las arrebatará.

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Por Esteban González de León