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En Orizaba se discute la remoción de una estatua de Porfirio Díaz

El cabildo de Orizaba, Veracruz, analiza la posibilidad de retirar una estatua monumental de Porfirio Díaz, develada en el 2015 en la Plaza Bicentenario, en el centro de la ciudad....

Discuten remover estatua de Porfirio Díaz en Orizaba
Discuten remover estatua de Porfirio Díaz en Orizaba

El cabildo de Orizaba, Veracruz, analiza la posibilidad de retirar una estatua monumental de Porfirio Díaz, develada en el 2015 en la Plaza Bicentenario, en el centro de la ciudad. La exigencia ha enfrentado a los regidores de Morena, quienes plantearon la posibilidad, con el escultor y ex alcalde, Juan Manuel Diez, quien pagó por la estatua en 2015.

Ceremonia de develación de la estatua de Díaz en Orizaba, en 2015

Ceremonia de develación de la estatua de Díaz en Orizaba, en 2015 (Imagen: Milenio)

Honores a Díaz… ¿a 105 años de la Revolución?

La estatua que está a debate lo ha estado desde que fue develada, hace 3 años. Y es que fue la primera vez en 105 años: sí, desde la Revolución, que la figura de Porfirio Díaz no era objeto de monumentos.

Entonces, Juan Manuel Diez Francos, el alcalde priísta de Orizaba, pagó la creación y el montaje en el espacio público de una estatua del dictador. Se invitó a cuatro bisnietos del dictador desterrado y, más que entre aplausos, la estatua se develó entre abucheos, mentadas y vituperios. (Vía: El País)

Orizaba es una ciudad con una historia violenta y contradictoria durante el porfiriato: mientras que el apoyo del Estado a la industria permitió la consolidación de una élite industrial y económica y, al mismo tiempo, un proletariado explotado sin mecanismos de defensa de sus derechos.

La huelga de Río Blanco, considerada junto con la de Cananea como el despertar obrero revolucionario, ocurrió tan solo a diez kilómetros de Orizaba.

Estallido de la huelga en la fábrica textil de Río Blanco, Veracruz

Estallido de la huelga en la fábrica textil de Río Blanco, Veracruz (Imagen: Archivo Casasola)

El escultor del monumento al dictador, Bernardo Luis López Artasánchez, declaró en una entrevista a El Universal que el cabildo está en toda su “libertad” de decidir retirar la estatua, pero que no pueden dañarla ni hacerle nada sin preguntarle, “porque tiene derechos de autor”… Aunque los derechos de autor no operan ni de cerca como cree que lo hacen.

López Artasánchez, famoso (para mal) por haber esculpido un busto de Donald Trump, declaró al diario que “es muy primitivo” el gesto y que sería lo mismo si alguien “que estuviera en desacuerdo con Benito Juárez” quitara una estatua de Juárez. (Vía: El Universal)

Memoria y monumentos: el racismo en Estados Unidos

Los monumentos y las estatuas son un ejercicio de poder sobre la memoria histórica colectiva. Esos ejercicios de poder los conocen muy bien ciertos perdedores de la historia “oficial”: los aristócratas sureños esclavistas que perdieron la Guerra Civil estadounidense ganaron la guerra cultural, justamente, a través de monumentos y pequeñas (pero quirúrgicas) ediciones en libros de texto.

En un estudio del Southern Poverty Law Center (SPLC), los monumentos a soldados y generales confederados no fueron erigidos durante la Guerra Civil ni en los años inmediatos posteriores, sino cuando movimientos sociales ponían en “riesgo” el status quo blanco del sur. (Vía: NPR)

La intención de estos monumentos no era tanto honrar la memoria de los soldados confederados, sino recordarle a la población afroamericana quiénes, en verdad, tenían el poder y cuál era la historia de los estados que llaman “hogar”.

Las protestas en Charlottesville en 2017, que terminaron en un ataque terrorista y la muerte de una joven de 20 años, iniciaron como una discusión local sobre la remoción de la estatua de Robert E. Lee de un parque en el centro de la pequeña ciudad de Carolina del Norte.

Porfirio y Gustavo: ¿una placa es lo mismo que una estatua?

Hace muy poco tuvimos una discusión similar a esta sobre monumentos y memoria histórica, cuando el gobierno de la Ciudad de México decidió, de buenas a primeras, retirar todas las placas del Metro que hacían mención a Gustavo Díaz Ordaz.

Entonces, muchos preguntaron si el retiro de las placas, así, sin contexto, sino revisión o cuestionamiento no borraba la historia: finalmente, Díaz Ordaz sí fue el presidente que construyó el Metro y, también, es el responsable último de la masacre de Tlatelolco.

Esta vez, con la estatua de Porfirio Díaz, erigida y develada en 2015, la discusión sobre memoria y monumentos se parece mucho más a la estadounidense: ¿cuál es el mensaje que se buscó enviar a la población orizabeña y cuál se busca ahora, con su remoción?

La historia, contrario a lo que nos enseñaron en la primaria, no es la relación de los hechos ocurridos, sino la constante contextualización y reinterpretación desde el presente: qué decidimos recordar y cómo, qué hemos preferido olvidar y por qué.

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