El nazismo terrorista en Charlottesville: ¿qué pasó y cómo llegamos (sí, todos) a esto?
El pasado fin de semana, en la localidad de Charlottesville, Virginia, ocurrió una larga serie de protestas y confrontaciones que, hasta el momento, cobró la vida de una mujer, dejó...
El pasado fin de semana, en la localidad de Charlottesville, Virginia, ocurrió una larga serie de protestas y confrontaciones que, hasta el momento, cobró la vida de una mujer, dejó a 19 heridos y, al menos, 20 detenidos. La manifestación inicial, convocada por grupos neo-nazis y supremacistas, fue confrontada por anti fascistas, defensores de derechos humanos y grupos de activistas locales.
¿Cómo empezó todo?
Como siempre con el odio, inicia de forma bastante fácil: desde febrero pasado, y a partir de una iniciativa propuesta por una joven de la preparatoria local, el parque Lee y la estatua del general confederado Robert E. Lee estaban por ser removidos del centro de Charlottesville, se renombró el parque como Emancipation Park (Parque Abolición) y el cabildo local buscaba cambiar de parque o, definitivamente, deshacerse de ella. (Vía: New York Times)
Cuando se siembra el odio y el racismo, crecen los monstruos. Lo llame como lo llame @realDonaldTrump, lo de #Charlottesville es terrorismo
— Ada Colau (@AdaColau) August 13, 2017
Robert E. Lee fue el principal general del ejército confederado y lideró a las tropas que buscaban defender su derecho a la propiedad de esclavos: nunca estuvo en Charlottesville, nunca peleó en Charlottesville y no tiene ni tuvo relación alguna con Charlottesville, por lo mismo, la ciudad no tenía razón alguna de “resguardar” su memoria.
Esto generó un par de marchas (como la del viernes en la noche) que recordaron las noches en las que el Ku Kux Klan recorría las calles del Sur y linchaba y aterrorizaba a los ciudadanos afroamericanos. Finalmente, un juez detuvo por seis meses cualquier movimiento de la estatua hasta noviembre, pero, desde entonces, Charlottesville se ha convertido en un símbolo para el movimiento supremacista estadounidense que, una y otra vez, se ha sabido apoyado por Donald Trump a través de su silencio. (Vía: Vox)
THIS is 'white people' oppression:
We used to be the only voice. Now we hold the only microphone.
— A.R. Moxon (Julius Goat) (@JuliusGoat) August 12, 2017
El fin de semana
El viernes 11 de agosto, casi a media noche, poco más de 100 personas rodearon con “antorchas” (de esas ‘hawaiianas’ de jardín que tiene tu tía, pero “antorchas”) la estatua del general Lee mientras gritaban consignas como “No seremos remplazados por ustedes” y la frase nazi “Blood and Soil” (“sangre y tierra”), como era de esperarse, la manifestación terminó confrontada por anti fascistas y grupos de #BlackLivesMatter, hubo golpes, empujones y un par de detenidos hasta que, finalmente, la policía intervino.
Al día siguiente, cuando comenzó el “gran evento” de los nazis supremacistas, “Unite the Right”: la idea era convertir a Charlottesville en un punto de encuentro de todas las diferentes corrientes del radicalismo fascista estadounidense, desde los neo Nazis, como el grupo National Socialist Movement, pasando por cuadros del KKK, ultra-religiosos y la más “nueva” y “mainstream” forma del fascismo: la “Alt-right”, dirigida por el pedazo de mierda Richard Spencer.
These are domestic terrorists. And remember, we showed up with cell phones and got tear gassed. https://t.co/Rf8aCc2R1G
— deray (@deray) May 14, 2017
Todas estas diferentes corrientes se unieron bajo una misma idea: los hombres blancos heterosexuales son, hoy, los “verdaderos” oprimidos y está en ellos “defender” el Estados Unidos que les fue heredado, prácticamente, por mandato divino; y, no sólo eso, argumentan que la batería de derechos que poseen y que gozan plenamente está en riesgo conforme otras minorías buscan equidad, por lo tanto, no sólo están “defendiendo” su ser-en-el-mundo, sino que, también, atacan la integridad física, legal y humana de quienes no son como ellos. (Vía: Vox)
El sábado en la mañana, mientras ambos bandos se acercaban a los puntos de encuentro, un auto se lanzó a toda velocidad contra los manifestantes de izquierda: una mujer, Heather Heyer, murió a consecuencia del ataque y 20 personas más están heridas, algunos en condición crítica. El terrorista (porque eso fue el ataque: un acto de terrorismo interno, lo dijo el Fiscal General, Jeff Sessions), un hombre blanco de Ohio, de 20 años fue detenido y se ha abierto un proceso penal en su contra: hasta el momento, se le acusa de homicidio calificado. (Vía: New York Times)
When they go Low…We go Heyer. #RIPHeatherHeyer #HeatherHeyer #charlottesvile #virginia #violence #love #peace #staywoke #rights #standup pic.twitter.com/kEopK0afRb
— Tory Shulman (@toryshulman) August 14, 2017
Trump responde mal y tarde
La respuesta de la Casa Blanca, horas después de que todo mundo lanzara tuits, comunicados y conferencias de prensa condenando el ataque y la violencia incitada por los grupos fascistas, fue torpe, racista y un espaldarazo a los movimientos derechistas radicales: para Donald Trump, lo que ocurrió el fin de semana fue “violencia por todos lados”, de la que “ambos bandos” son culpables.
Momentos como éste son puntos torales para entender cómo operan los mecanismos de opresión: la violencia ejercida por los dos lados (si es que podemos reducir lo ocurrido en Charlottesville a dos lados perfectamente definibles) no ocurre en la misma situación ni en el mismo nivel ni por, tampoco, las mismas circunstancias: no es lo mismo la violencia opresora que la violencia defensiva; no es lo mismo la violencia sistémica que la violencia subalterna; no es lo mismo la inercia que el cambio.
"and if your answer is 'no', can you please explain the difference between your actions leading up to & after #Charlottesvile, and racism?"
— Bakemaster Pieman (@3141Pie) August 14, 2017
El fin de semana de terror en Charlottesville es un recordatorio para todo Estados Unidos de que el racismo que decían haber vencido con la elección de su primer presidente afroamericano sigue vivo, y quizá más agresivo que en las últimas décadas. Quizá le sirva a la sociedad estadounidense completa para entender que darle la espalda al fascismo y a la radicalización de su juventud no es la mejor estrategia; quizá le sirva a Donald Trump para entender el nivel de impacto que tienen sus palabras: porque no condenar (o condenar tres días después) el terrorismo lo deja mal plantado a él y al país completo.
And to conclude this flurry of RTing resistance to fascism, a word from Professor Jones. pic.twitter.com/7kDm6unre0
— Kitty Chandler (@mightybattlecat) August 12, 2017
Hoy, quizá, sea uno de los pocos días en los que queremos seguir el modelo de vida del Capitán América e Indiana Jones: golpear a los nazis en la cara hasta que no se levanten.