La vida de miles de migrantes de Haití cambió y si bien muchos buscaron su paso a Estados Unidos, la realidad es que se toparon con puertas cerradas que en ningún momento pudieron abrir. Ante el hermetismo del país, muchos haitianos se rindieron y prefirieron quedarse al norte de México para trabajar y hacer su vida.
Ante la llegada de los migrantes al norte del país, se dio a conocer que en el centro de Tijuana, Baja California, un pequeño restaurante comenzó a preparar recetas tradicionales de la isla y que atrajo a gran parte de los haitianos. “Estoy orgulloso, a los haitianos les gusta mucho la comida”, declaró la cocinera Michaela oriunda de Haití.
Incluso los migrantes se sienten como en casa y les agrada reunirse con sus compatriotas para comer y beber alimentos típicos de la isla que les hacen añorar su país del que tuvieron que salir de manera obligada.
“Este lugar es un ‘pequeño Haití’ en México. Nos reunimos con alegría para comer juntos. Encontramos las mismas bebidas, la misma comida. Estamos comiendo la cultura haitiana”, declaró Mytherson Talleyrand a RFI, un haitiano que llegó al país hace dos meses.
Talleyrand señaló que tuvo que vivir en Chile antes de llegar a la Ciudad de México y de ahí trasladarse a Baja California para poder entrar a Estados Unidos; sin embargo, aclaró que él no estaría haciendo este viaje, si en su natal Haití hubiera seguridad, posibilidad económica, debido a que en su nación está “la herencia que me dejaron mis antepasados”.
Otro de los haitianos es Jean-Louis Evins, quien ya lleva varios años en México y lo considera como su propio país. Evins indicó que en los últimos meses vio irse a la antigua comunidad, pero de igual manera llegaron nuevos migrantes, algunos desde Chile y otros de Brasil.
“La ciudad les sienta bien. Hay menos prejuicios, menos racismo que en Sudamérica. Es un poco más tranquilo aquí y también está el sueño americano de irse a vivir a Estados Unidos”, añadió Jean Louis quien trabaja en un centro médico de urgencias y ofrece atención gratuita a migrantes y a pobres.
Mylena Octave es otra migrante que llegó a México desde Brasil y declaró que lleva cuatro años sin ver a su esposo e hija que se quedaron en Haití. Según declaró, su viaje ha sido duro y tan solo recordarlo es un calvario para ella. A su llegada al país, comenzó a vender pasteles en la calle para poder ganarse algunos pesos y poder vivir.
Si bien muchos haitianos se rindieron para pasar a Estados Unidos y prefirieron quedarse al norte de México y otras zonas, sin duda algunos buscarán la manera de cruzar la frontera, eso sí, sea la decisión que tomen, su camino seguirá siendo difícil física y emocionalmente por no estar en su hogar.
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