El amor por volver a verla fue lo que la motivó a no descansar ni un minuto. Así fue la travesía de Nathalie Maya, una madre quien se adentró en barrios peligrosos para encontrar a su hija secuestrada.
Linda Michelle Amaya de 15 años, tras salir de su casa para andar en bicicleta, fue secuestrada en Bogotá, Colombia, y desde entonces, su madre partió en su búsqueda, sin importarle las consecuencias que podría tener involucrarse en los barrios llamados como “la olla”. Su objetivo era claro, volver a casa con su pequeña.
Nathalie siguió la pista sobre el paradero de su hija que le dio una persona recicladora de basura, la cual era el barrio de San Bernardo, conocido también como ‘el nuevo Bronx’ de Bogotá. La madre comenzó a entrar; sin embargo, un momento ya no pudo acceder como la “madre de la niña desaparecida”, por lo que tuvo que ingeniársela.
Es ahí que la mujer cambió su aspecto y se hizo pasar por persona de la calle para continuar con su búsqueda. Iba constantemente a dicha zona, de día y de noche deambulaba, y cuando se cansaba, “todas las noches me sentaba en la carrera 11 con una cobija y un pitillo, esperando que la niña pasara tal vez por ahí. Empecé como a morirme en vida estando en ese lugar”.
28 días pasaron en las que la madre buscó incansablemente a su hija, hasta que por fin le dijeron en los forenses llamados Medicina Legal que tenían el cuerpo de una mujer con signos de tortura. Nathalie la identificó por sus dientes. Según las declaraciones que le dieron a la mujer, su hija además de ser torturada, tenía un golpe en la cabeza como el que se hace alguien a quien arrojan desde cierta altura.
El cuerpo de Linda Michelle estaba con su mamá, pero ahora seguía la investigación, una indagatoria que tuvo que exigir porque la policía no la atendía hasta que un coronel tomó su caso, es aquí que comenzó la justicia para Nathalie.
Los Informantes)
Ella intercambió la información que recopiló durante sus días de búsqueda y las autoridades dedujeron que su hija fue secuestrada por la banda “Los Tasmania”, dedicados a raptar a menores que usaban como “carritos”; es decir, llevar la droga de un punto a otro.
Debido a su aporte, la madre logró que capturaran a los homicidas de su hija, cuatro para ser exactos. Sin embargo, esto también le costó su seguridad pues comenzó a recibir amenazas, por lo que decidió irse de Bogotá para ponerse a salvo junto a sus otros hijos. Nathalie obtuvo justicia; no obstante, esto no hará que recupere a su hija, quien solo había salido a pasear en bicicleta.
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