Una caravana avanza, no tiene una residencia específico porque el mismo camino es su lugar: su condición es el movimiento y el no permanecer. Un éxodo, por otro lado, lleva implícito la violencia del desarraigo, el no poder estar en el hogar porque, lo más probable, es que el hogar ya no esté, ya no sea seguro, no sea más que la boca de un tiburón.

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Estábamos “acostumbrados” a llamar “Caravana” a los migrantes que, cada abril, recorría el territorio nacional como un recordatorio para las autoridades mexicanas y estadounidenses de su derecho, pisoteado mil veces, de una vida sin ser perseguidos, de algo que comer, de una vida alejada de un esposo que a la siguiente podría matarla. (Vía: Reuters)

Cada año, también, otra caravana le recuerda las deudas al gobierno mexicano: los miles de migrantes desaparecidos, de los que no se sabe si trabajan forzados por el narco, si murieron y están en alguna fosa perdida en Veracruz, Tamaulipas o en un tráiler refigerado, dando vueltas por Jalisco.

La Caravana de Madres y la organizada por Pueblo Sin Fronteras son caravanas: son ejercicios públicos, de denuncia política que al marchar existen. Lo que hemos visto desde el 19 de octubre es otra cosa: es un éxodo en cada uno de los sentidos de la palabra.

¿De qué huyen los migrantes de la caravana?

Éxodo no sólo es un libro de la Biblia, es una situación de crisis humanitaria. Nadie huye de su casa, a menos que no sea seguro, nadie arriesga la vida y muere de hambre en el camino si no tiene la esperanza de que habrá un espacio seguro y habrá comida en una tierra prometida.

Este éxodo en particular tiene, al menos, seis años de atravesar el país y ser un foco rojo para los Estados Unidos. Desde 2012, cientos de miles de centroamericanos (muchos, muchísimos, niños que viajan solos) han cruzado México y han sido violentados por autoridades, criminales y, a veces, sus mismos compañeros de viaje.

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México ha firmado todos y cada uno de los tratados internacionales que lo obligan a garantizar la integridad física y legal de quienes declaran atravesar el país para buscar asilo: para agilizar sus procesos migratorios y darles asilo humanitario o salvoconducto a Estados Unidos. (Vía: SCJN)

Sin embargo, constantemente se ha reportado cómo las autoridades migratorias agreden y vulneran esos mismos tratados que, supuestamente, deberían cumplir.

El libro del Éxodo: el lazo entre la Caravana Migrante y la lucha por los Derechos Civiles

Este éxodo no comenzó el 19 de octubre, tiene más de seis años que ha ocurrido, lo hayamos visto o no, estemos conscientes de ello o no.

Los migrantes no atraviesan México (con su violencia, con el riesgo de desaparecer, con los altísimos índices de violaciones y feminicidios) porque quieren. Este país, por imposible que nos parezca, es para algunos su tierra prometida, pero para muchos su desierto que han de vagar por 40 años.

No es “Caravana”, es un Éxodo. “Nadie huye de casa porque quiere, a menos que casa sea la boca de un tiburón”.

Por Raúl Cruz Villanueva (@rcteseida)

Raúl Cruz Villanueva, trabajó en el proyecto de Plumas Atómicas sin embargo recibimos información por abuso de poder en contra de unas de sus alumnas que nos obligo a actuar en congruencia. Adicional...