Se trata de aditivos que encontramos en la naturaleza y que, en dosis controladas, son buenos para el organismo: sin embargo, muchos de los dulces con chile que más consumen los niños en nuestro país, contienen cantidades que podrían provocarles daños a su salud.
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El azúcar “buena” la encontramos en frutas y verduras, pero la que se usa a nivel industrial para elaborar las clásicas golosinas picantes que hemos consumido por años, provoca caries, diabetes, resistencia a la insulina, obesidad, descalcificación, neuropatías e incluso depresión.
Sobra decir que esta azúcar, dará energía, pero no contiene las vitaminas, los minerales ni las proteínas que todo niño necesita para garantizar un buen desarrollo físico y mental.
Por otro lado, el sodio, que la mayoría de los dulces como chile azucarado en polvo, contiene en cantidades superiores a las recomendadas como dosis diaria, propicia la retención de líquidos y el aumento a la presión arterial.

Por último, el ácido cítrico, ese componente que le da un sabor “agrio o acidito” de muchos productos accesibles para casi todos los niños con dinero en la mano, tiene el potencial de dañar el esmalte de los dientes, causar dolor de garganta o provocar cierta sensación de falta de aire en algunos niños, según datos de la misma FDA de Estados Unidos.
Estos tres ingredientes no hacen daño si los consumimos con medida y directamente de sus fuentes naturales (después de todo, el ácido cítrico no es más que vitamina C tan necesaria para llevar un estilo saludable como el resto de las vitaminas), pero si un niño consume productos con altos niveles de estos tres aditivos, podrá desarrollar enfermedades serias.
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Muchos de estos productos han sido prohibidos en Estados Unidos, no solo por el potencial daño que pueden provocar en los niños, sino también por las altas cantidades de plomo que muchos de estos suelen tener como resultado de procesos defectuosos de elaboración y distribución.
Sí, muchos de nosotros pasamos nuestra infancia disfrutando de estos dulces atascados de azúcar refinada en cantidades industriales, ácido cítrico y más sodio del que recomendaría el doctor, pero lo que no sabíamos, era cuánto dañaba nuestros organismos.