Estados Unidos es una nación que presume de regir sus leyes bajo los principios del capitalismo y el libre comercio. Ese fundamento alcanza a sus elecciones presidenciales, pues, salvo algunas excepciones, cualquier persona puede apoyar económicamente a su candidato favorito.

A diferencia de México, por ejemplo, donde los partidos políticos y sus candidatos son financiados por el Estado a través del INE.

Para tener una idea, en el año 2000, la contienda entre el republicano George W. Bush y el demócrata Al Gore costó 1,400 millones de dólares.

Las campañas presidenciales en Estados Unidos han elevado su costo en el transcurso de este milenio.

  • En 2004, la contienda entre el republicano George W. Bush y el demócrata John Kerry costó 1,900 millones de dólares.
  • En 2008, la contienda entre el republicano John McCain y el demócrata Barack Obama costó 2,700 millones de dólares.
  • En 2012, la contienda entre el republicano Mitt Romney y el demócrata Barack Obama costó 2,600 millones de dólares.

La elección más reciente, entre el republicano Donald Trump y la demócrata Hillary Clinton, en 2016, costó 2,400 millones de dólares.

Y para este 2020, se estima que el choque político entre Donald Trump y Joe Biden ronde los 3 mil millones de dólares.

¿Quién paga las elecciones en Estados Unidos?

Durante el siglo XIX, la estabilidad democrática en Estados Unidos permitió que los presidentes fueran elegidos mediante el voto popular. Sin embargo, quienes financiaban las campañas eran principalmente comerciantes y banqueros, que además influían en las decisiones de los mandatarios.

Para evitar que el poder económico dominara al poder político, en 1907, a petición del entonces presidente Theodore Roosevelt, el Congreso exigió a los candidatos explicar el origen del dinero que utilizaron en sus campañas.

Identificar a los financiadores fue un pequeño paso, pero el problema persistió.

Luego de varias quejas por la inequidad en las campañas, en 1974 el Congreso estableció que las elecciones presidenciales serían coordinadas por un Comité Electoral Federal. Además, promulgó una Ley de Financiamiento de Campañas que prohibió aportaciones provenientes de empresas, sindicatos y ciudadanos extranjeros.

¿Quién pone el dinero?

A diferencia de otros países, desde 2002, las campañas presidenciales en Estados Unidos no reciben dinero público; son financiadas por simpatizantes de cada candidato o candidata.

Hay dos maneras de que un ciudadano estadounidense contribuya con dinero: las aportaciones individuales y las aportaciones de los Comités de Acción Política o PAC (Political Action Committee), por sus siglas en inglés.

De manera individual, cualquier persona puede donar al comité nacional de su partido hasta 35,000 dólares; al comité local hasta 10,000 dólares y al comité de su candidato o candidata hasta 2,800 dólares.

En los PAC, cada miembro podía aportar hasta 5,000 dólares directo a su candidato o candidata.

En 2010, bajo el principio de la libertad, la Corte Suprema estableció que a través de un PAC, cualquier persona tiene derecho a donar todo el dinero que desea, con la única condición de no tener relación laboral con su candidato o candidata. A esa nueva modalidad de donación sin límites se le conoce coloquialmente como Súper PAC.

Diferentes analistas critican los Súper PAC por dos razones: la primera es que las multimillonarias donaciones podrían comprometer las decisiones del candidato ganador.

En la campaña presidencial de 2016, por medio de Súper PACs, sólo 100 personas acaudaladas dieron mil 500 millones de dólares, el equivalente a las aportaciones de 4.7 millones de donantes individuales.

Donantes peculiares

Aunque en 2015 el magnate Donald Trump dijo que financiaría su campaña con su propia fortuna, en la etapa final en 2016, aceptó alrededor de 90 millones de dólares por medio de Súper PACs: sus principales donantes fueron la familia de dueños de casinos Sheldon Adelson (52.7 MDD) y el banquero Robert Mercer (21.2 MDD).

Algunos de sus contribuyentes fueron beneficiados por sus aportaciones. Por ejemplo, Kelcy Warren, director de la empresa gasera Energy Transfer Partners, quien donó 250 mil dólares a la campaña de Trump. Durante su primera semana en la Casa Blanca, Trump emitió un decreto que autorizaba la creación del polémico gasoducto Dakota Access, administrado por la empresa de Warren.

Otro caso es el de la fundadora de la WWE, Linda McMahon. Ella donó 152 mil dólares a beneficio de Trump y posteriormente el presidente la nombró titular de la Administración de Pequeños Negocios del gobierno de Estados Unidos.

La segunda crítica de los especialistas a los Súper PACs es que su regulación es tan laxa que hay organizaciones que no informan quiénes son sus miembros y, aún así, donan millones de dólares. A eso se le conoce como “dark money”, o dinero sucio.

Recaudación de Trump y Biden en 2020

Al mes de septiembre de 2020, la campaña por la reelección del candidato republicano Donald Trump ha recaudado 414 millones de dólares, de los cuales 90 millones provienen de Súper PACs.

Esta vez, sus principales donantes han sido el banquero Andy Beal (1MDD), el dueño de casinos Lorenzo Fertita (700 mil dólares) y el inversionista de cosméticos, biotecnología y armamento militar Ronald Perelman (125 mil dólares).

Del otro lado, la campaña del candidato demócrata Joe Biden ha recabado 328 millones de dólares, de los cuales 139 provienen de Súper PAC’s. Entre sus donantes destacan el constructor George Marcus (1MDD), la directora de la fabricante de computadoras HP Meg Whitman (500 mil dólares) y el presidente de Walt Disney Bob Iger (250 mil dólares).

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Con información de Noticieros Televisa.