Pemex
Pemex

El año 2013 parece tan cercano como si fuera ayer, podríamos recordar a las principales fuerzas políticas que integraban al Pacto por México  vanagloriándose, aplaudiéndose a sí mismos y dándose palmadas en la espalda porque acababan de aprobar una reforma que acabaría por modernizar a México. Sí, esa reforma era la energética y hacía modificaciones al artículo 27 constitucional en términos de que ahora en la extracción,  distribución y venta de hidrocarburos y sus derivados no iba a ser exclusiva del estado mexicano, sino que ahora podrían los particulares tener participación conjunta con la paraestatal.

Los principales actores del sistema político mexicano autoproclamaban este hecho como histórico, como el fin de una época, según ellos mitificada por el nacionalismo revolucionario. Afirmaban que era el fin de ese lastre del pasado llamado Pemex, que solo detenía el desarrollo modernizador del país, pero que con la nueva reforma, México ya se encontraba en el futuro. Demagógicamente, empezando por el presidente y su gabinete, hasta diputados y senadores se llenaron la boca de palabrerías disfrazadas de análisis sesudos de que por arte de magia la nueva reforma iba a resolver nuestros problemas.

Es una realidad que los discursos que ensalzaban la reforma energética estaban completamente fuera de la realidad, ya que no contaban con una mínima reflexión seria y objetiva que sustentaran todas esas afirmaciones. El mundo color de rosa no tardó en caer, el presidente pasó de ser el hombre del año a ser el presidente más impopular del que se tiene memoria. La reforma no trajo los beneficios inmediatos que dijeron los políticos que iban a traer, si bien las presiones inflacionarias no han sido alarmantes, sí han habido modificaciones en los precios de servicios energéticos, piénsese en la electricidad y la gasolina, no entendieron que los mercados operan de manera independiente a la política.

Pero tampoco entendieron una cuestión básica de cualquier transformación estructural, la cual tiene que ver con la duración de los cambios en esos niveles. Como buenos políticos les ganó el mero pragmatismo del beneficio inmediato, que luego fue falseado por el desarrollo mismo de los hechos que los puso de nuevo ante la sociedad en el nivel que tienen, es decir en el de políticos demagogos que se dedican a solo a prometer y no a operar de manera eficiente.

Evidentemente la reforma no fue lo que nos quiso vender la clase política, no fue una varita mágica que de pronto nos permitió dar el paso hacia el desarrollo. No, las tarifas energéticas siguieron con una tendencia alcista ya que el gobierno siguió aumentando la carga fiscal a esos productos, independientemente de las cuestiones exógenas que han afectado a nuestra economía, principalmente la baja en los precios del petróleo, hubo ajustes derivados de malos manejos a nivel interno, específicamente el aumento en la deuda pública la cual llegó a un 50% del Producto Interno Bruto (PIB), lo cual se encuentra en los límites de lo que puede ser manejable.

EPN

En ese sentido 2017 se pronosticaba como un año difícil, alzas en las tasas de interés e inflación de casi 4%, pero, la “gota que derramó el vaso” fue el alza en las gasolinas a raíz de la liberalización. Como sabemos, en el transcurso de ese proceso la SHCP fijará el precio del combustible al más alto del mercado, esta simple decisión ha empeorado el panorama ya que ha impulsado las presiones inflacionarias a casi un 5%, lo que ha acrecentado el malestar social y de inconformidad contra el gobierno debido a que habrá un alza significativa en los precios.

En este contexto podríamos preguntar ¿dónde están esos políticos de las principales fuerzas defendiendo la reforma que hace unos años aprobaron y de la que tanto se vanagloriaron? la respuesta es que esos políticos están escondiendo la cabeza bajo la tierra como verdaderos avestruces, o en el peor de los casos están actuando como si tuvieran amnesia. Es decir, en el triunfo aplaudieron, pero al reventarse la burbuja que ellos mismos inflaron de pronto se vuelven los críticos mas acérrimos de la reforma que ellos mismos aprobaron con la finalidad de obtener algún tipo de renta política, no olvidemos que las elecciones del Estado de México y las presidenciales se encuentran a la vuelta de la esquina, por lo que buscan que los daños sean canalizados hacia el PRI.

Es totalmente contradictorio ver tweets de Ricardo Anaya contra los “gasolinazos” cuando el fue uno de los principales impulsores de la reforma, incluso, cuando fue aprobada, fungía como presidente de la Cámara de Diputados. Lo mismo con la actual presidenta del PRD, Alejandra Barrales, quien ahora invita a la población a manifestarse contra los “gasolinazos” cuando ella votó a favor de la reforma durante su gestión como senadora federal. Es decir, es como verdaderos cínicos, estos personajes ahora hipócritamente protestas por medidas que ellos mismo aprobaron.

Estos dos ejemplos particulares son paradigmáticos, ya que vienen de los líderes de los dos principales partidos de oposición, mismos que se aliaron en su momento con el PRI-gobierno para aprobar las llamadas reformas estructurales y de las que ahora se quejan. Esos que un día se pusieron la medalla, ahora aprovechan políticamente el contexto y esconden la cabeza para sacar beneficios propios eludiendo la responsabilidad compartida que tienen con el gobierno federal en este desastre. 

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