Creyentes de la Santa Muerte le piden protección contra el COVID-19 y los estragos económicos derivados de la pandemia por esta enfermedad. Dicha petición la hacen a través de un ritual en el que con los brazos hacia el cielo rezan frente a la descomunal estatua de fibra de vidrio de 22 metros de altura destinada a idolatrar a la Santa Muerte.

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La estatua se encuentra en el municipio de Tultitlán, Estado de México; sin embargo, la veneración por la parca se extiende a lugares como Tepito, en la Ciudad de México. Este lugar, es el bastión del culto a la Santa Muerte. Por ello, cientos de personas visitan en su altar el primer día de cada mes.

“Vine para agradecerle por todo lo que nos ha dado este año, que no ha sido fácil debido a la pandemia (…) Afortunadamente siempre está para apoyarnos”, menciona una creyente de la Santa Muerte.

Los fieles llegan a las calles de Tepito, incluso de rodillas, llevando efigies que reciben como ofrendas flores, dulces y licor. En este lugar, abunda la venta de escapularios y veladoras alusivas a la parca.

“Desde que empezó la pandemia, nunca he cerrado”, cuenta Enriqueta Romero, “Doña Queta”, guardiana del altar.

La mujer, quien preserva la imagen de dos metros en su casa, menciona que recibe visitantes mexicanos y extranjeros. Muchos de ellos de Estados Unidos, así como de países europeos y latinoamericanos.

“Tenemos tantas necesidades que nos queremos agarrar de todo”, añade Doña Queta.

De acuerdo con historiadores, el culto a la Santa Muerte se remonta al siglo XVIII, cuando los indígenas adoraban a un esqueleto en el centro de México. Posteriormente, en 1950, esta práctica se retomó debido a la migración rural a la Ciudad de México, forzada por la pobreza.

Con información de Noticieros Televisa.

Socióloga de formación, melómana de corazón. Amante del buen comer y del bien escribir. Egresada de la FCPyS de la UNAM.