En China, la pandemia anunciada por la Organización Mundial de la Salud por COVID-19 ha hecho que la producción de cubrebocas crezca a niveles alarmantes para cubrir la demanda. Además de la sobreexplotación de personas encarceladas y aquellas que trabajan en la fabricación de cubrebocas, los desechos han provocado que las playas y senderos de Hong Kong estén cada vez más contaminados.
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La organización ambientalista de Hong Kong OceansAsia ha estudiado desde hace cinco meses los efectos de las microperlas y otros desechos plásticos en playas y mares de ese país. Sin embargo, en su visita más reciente a la zona costera de las islas de Soko, cerca de Hong Kong, la organización encontró más de 70 cubrebocas en apenas 100 metros de playa, lo que muestra lo rápido que los desechos han llegado a los mares desde que inició la pandemia de coronavirus.
Los cubrebocas, además, pueden ser confundidos e ingeridos por animales marinos como tortugas, delfines y peces, lo que puede bloquear sus intestinos y, finalmente, matarlos.

La contaminación con cubrebocas no solo es peligrosa para las especies animales, sino también para las personas. Aunque la prenda es una forma efectiva para reducir el riesgo de contagio de enfermedades respiratorias como el Covid-19, esta debe ser desechada de forma correcta después de usarse por el riesgo que representan a la salud. Los pañuelos desechables y cubrebocas usados deben tirarse a un bote de basura con tapa para asegurarse que los gérmenes restantes no se van a esparcir.