En una declaración histórica, François Hollande se convirtió en el primer mandatario francés en reconocer los crímenes que el gobierno cometió durante los 130 años de colonización francesa en la región magrebí.

Fue durante el segundo día de visita del Presidente François Hollande a Argelia, la región de África que desde 1830 y hasta 1962 permaneció bajo la colonización de Francia, que reconoció la represión que la potencia había ejercido sobre la resistencia.

El anuncio se hizo frente a las cámaras del país magrebí: Hollande dijo que  “Argelia fue sometida a un sistema profundamente injusto y brutal”.

El mandatario sorprendentemente reconoció las brutalidades en “las masacres de Sétif, Guelma y Kherrata”; además, cuando se refirió a la masacre en Sétif, Hollande dijo que “el mismo día en el que el mundo triunfaba sobre la barbarie (en Europa), Francia olvidaba sus valores universales”.

Es importante recordar que la colonización francesa siempre representó, además de la dominación económica, un régimen brutalmente discriminatorio para los argelinos: en 1881, por ejemplo, el código indígena, hacía una distinción entre ciudadanos franceses (los que tenían orígenes europeos) y los sujetos franceses (los indígenas argelinos) quienes, desde luego, no gozaban de los mismos derechos políticos.

Durante la colonización, el gobierno francés olvidó en Argelia todos los valores que propugnaba universales (para todos los hombres): los indígenas fueron sometidos a un afrancesamiento, es decir, a la sistemática supresión de sus valores culturales.

Argelia, durante el principio del siglo XX vivía una época de injusticia que se puede resumir en el hecho de que los franceses colonos vivían mejor que los franceses en Europa y los indígenas tenían un nivel de vida inferior a cualquiera en Francia.

El descontento de los nacionalistas argelinos creció durante el siglo XX y el 8 de mayo de 1945 las protestas crecieron en ciudades como Sétif o Constantina. El gobierno de De Gaulle, aquel quien había dirigido la resistencia francesa contra los alemanes en la Segunda Guerra Mundial, ordenó una brutal represión y durante dos meses se asesinó a casi 30 mil argelinos.

Ocho años duró la guerra de independencia argelina que bañó de sangre a la región magrebí. Finalmente, Francia reconoció la independencia con “Los acuerdos de Evian”.

El presidente Francés evitó pedir perdón en todo momento por parecerle una falta de respeto y dejó muy claro que era más importante reconocer la verdad.

Anuncios de este tipo siempre son bienvenidos por la comunidad internacional. El reconocimiento del gobierno francés no revela nada, la situación en Argelia era sabida por todos, pero sí constituye un paso diplomático y político totalmente significativo. En cuanto al problema de la memoria argelina, el reconocimiento oficial aporta definitivamente más elementos para repensar la relción del Magreb con Francia.

Sin embargo, no se pueden dejar de lado otras situaciones apremiantes que no están en el pasado, como la regulación de los flujos migratorios o las leyes de visado, así como la atención a las víctimas por las pruebas nucleares de Francia.

Les recomiendo que lean este artículo del gran Todorov que se llama “La tortura durante la guerra de Argelia”. En este sentido, vale la pena hacer la aclaración que los métodos de tortura modernos, que se basan en provocar miedo y dolor en vez de mutilación, fueron puestos en práctica por primera vez durante la guerra de independencia del país africano.

Vean también  La Batalla de Argel  de Gillo Pontecorvo.

 ***vía El País

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