El conocimiento científico se ha vuelto la forma de conocimiento dominante en las sociedades modernas, sin embargo, eso no quiere decir que otras formas de conocimiento desaparezcan y dejen de operar “de hecho” en el mundo, independientemente de su validez. No, la ciencia ha tenido que convivir con otras explicaciones del mundo que son construidas desde criterios de racionalidad distintos a los que esta utiliza, pensemos en la religión, en prácticas culturales o incluso en la propia filosofía como ejemplo de este fenómeno.
En ese sentido, podemos decir que en el mundo de vida cotidiana circulan y están distribuidos distintos tipos de conocimiento y la ciencia por tanto es uno de tantos que operan en la sociedad. En consecuencia, los sujetos producen y reproducen los tipos de conocimiento que circulan en su mundo de manera intersubjetiva, esto independientemente de su validez, ya que es suficiente con que estos generen sentido, sean significados de alguna forma o tengan alguna función en la cotidianidad.
De hecho, esto significa que una misma comunidad e incluso un mismo sujeto puede utilizar distintos tipos de conocimiento en su vida cotidiana. Esto quiere decir que una misma persona puede creer y practicar alguna religión y, al mismo tiempo creer en las explicaciones que da la ciencia sin que haya un conflicto existencial en eso; esto no quita por supuesto que también haya quienes nieguen los hechos científicos o las explicaciones religiosas, da igual, al final esos conocimientos comparten un mismo espacio/tiempo y se encuentran disponibles y distribuidos en el mundo de vida cotidiana.
Entonces, si la ciencia convive con otras formas de conocimiento ¿Qué diferencia a la ciencia de esas otras formas de conocimiento? ¿La ciencia tiene un estatus de mayor validez frente a otras formas de conocimiento? Contrario a lo que se piensa comúnmente en el catecismo ilustrado de herencia positivista, el conocimiento científico no se define por la utilización de lo que vulgarmente se conoce como método científico. Es decir, el criterio de demarcación científica no está dado solo por el uso de un método en particular, sino por varios elementos que simultáneamente operan y que dan forma a lo que conocemos como ciencia.
De inicio hay que asumir que la ciencia es producida por la sociedad, de ahí que ese conocimiento se genere dentro de una comunidad: la comunidad científica. Dicha comunidad científica construye conocimiento a partir de sujetos que responden a ciertas tradiciones de pensamiento, a ciertos presupuestos teóricos que responden a referentes empíricos particulares, métodos más o menos estandarizados y por supuesto a instituciones; esto es lo que Thomas Kuhn conoce como “ciencia normal”.
Pero a diferencia de otras formas de conocimiento, la ciencia se transforma de forma más acelerada, sobre todo porque su estructuración aunque responde a creencias (no se puede hacer ciencia si no se cree en ella), estas no son inamovibles, ni son producto de una verdad última, todo lo contrario, la verdad es solo un ideal regulativo (Popper), algo que permite el descubrimiento, pero que en el fondo es inalcanzable. Para decirlo de manera simple, la ciencia a diferencia de otros conocimientos se encuentra en constante tensión, por tanto, la funciona a través de verdades que en cualquier momento pueden ser refutadas y transformadas en una nueva.
Por otra parte, cada vez más personas toman al conocimiento científico como válido, como un garante de veracidad, por paradójico que suene, cada vez más personas creen y tienen más confianza en la ciencia. Esto se debe sobre todo a la ampliación de la cobertura educativa, al aumento de los niveles de escolaridad, a la difusión de información y a la facilidad de su acceso, es decir, la filtración del conocimiento científico está asociado al nivel de desarrollo de una sociedad.
En México vemos que todavía los conocimientos provenientes de la tradición, del dogma y de la fe son significados y reproducidos por gran parte de la población. Esto significa que gran parte de la población mexicana tiene confianza en prácticas que no necesariamente son validadas por el conocimiento científico; tenemos que en nuestro país se acude a terapéuticas con fundamentos mágicos y metafísicos; se recurre a la suerte, a los amuletos, etc.
Esto fue revelado por el INEGI y el CONACyT en la Encuesta de la Percepción Pública de la Ciencia y la Tecnología, en donde más del 70% de los encuestados respondió que cree en prácticas como la homeopatía o la quiropráctica como formas de tratamiento de enfermedades. Este porcentaje de comunidades urbanas señaló que también cree en las limpias como tratamientos contra la brujería, y respaldan el uso de amuletos puede contrarrestar o redirigir dichas energías.
Sin embargo, también tenemos a las comunidades indígenas las cuales han generado culturalmente sus propios conocimientos y sus propias prácticas, por tanto sus propias terapéuticas. En este caso es evidente que la ciencia no les genera sentido debido a que viven en una forma de vida (Peter Winch) radicalmente distinta a la nuestra, por tanto han construido otras formas de conocimiento y explicaciones del mundo que no están acopladas a la ciencia.
Es ese sentido, es importante el programa de gobierno que busca tratar los problemas de salud pública de comunidades indígenas respetando sus métodos tradicionales, pero también acercando la medicina alópata para algunos tratamientos. En estas clínicas mixtas el gobierno buscan respetar los usos y costumbres de las comunidades, dando acceso a la población a opciones terapéuticas, pero dando autoridad también a los médicos tradicionales de las comunidades.
Sacando a los pueblos indígenas del problema, vemos que en realidad la ciencia tiene poca significación para muchos mexicanos, posiblemente se deba a la poca difusión científica, así como a una deficiente transmisión de información en el sistema educativo mexicano y por supuesto a la poca inversión pública en el desarrollo de esas áreas. La ciencia para muchos mexicanos pertenece solo a las universidades, es vista como algo complicado y ajeno, es decir, la ciencia no ha logrado comunicar su importancia y relevancia para gran parte de la sociedad mexicana, de ahí que la magia genera tanto sentido. (Vía: Excélsior)