La bomba de tiempo demográfico golpeó en Japón

Suele decirse que Japón está por delante del mundo un día entero en los calendarios: mientras nosotros preparamos la cena de Año Nuevo, ellos ya disfrutan la primera tarde del año. Ese adelanto de horario parece tener connotaciones simbólicas; a veces pareciera que padecen antes que nadie los problemas con los que pronto lidiará el mundo.

Su desarrollo tecnológico los ha vuelto pioneros en tramas de ciencia ficción cotidianas como la incorporación de los robots en la rutina diaria, el desplazamiento de la clase obrera por la automatización del empleo o la presunta enajenación colectiva que producen las pantallas de los celulares.

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“Los problemas que enfrenta Japón hoy, son los que tendrá el resto del mundo al día siguiente”

El país que vive un día simbólico y literal por delante de nosotros enfrenta ahora mismo un problema que podría convertirse en nuestra próxima pesadilla de ciencia ficción: la contracción de la población y el descenso en la natalidad.

¿Es realmente un problema que haya menos gente en el mundo? Si no está debidamente planeado, no sólo es un problema; es una posible catástrofe. Si usted cree que la situación del país asiático no es, cuando menos, llamativa ahí va un dato para abrir boca: desde hace 6 años en Japón se venden más pañales para ancianos que para bebés. (Vía: The Atlantic)

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Actualmente, la natalidad en Japón se ubica en 1.46 hijos por mujer, una de las tasas más bajas entre los países desarrollados. Mientras, en Alemania cada mujer tiene 1.5 hijos y en Estados Unidos cada una tiene 1.84; en México, la tasa se ubica en 2.21 hijos por mujer.

Solamente en los últimos cinco años la población japonesa se ha reducido en casi un millón de personas. Esto parece una buena noticia cuando se toma en cuenta la natalidad desproporcionada de países como India, que será para el 2022 el país más poblado del planeta. Pero está lejos de serlo. (Vía: BBC)

Japón es el país que más rápidamente envejece. Como consecuencia de la poca inmigración y del descenso en la natalidad, el país que moldeó la infancia mundial con videojuegos se está llenando de ancianos; y un anciano merece y exige atención médica y servicios que difícilmente podría costear con su trabajo.

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“Con 127 millones de habitantes, la población de Japón se redujo 0.7% en 5 años”

Los humanos cada vez vivimos más, pero no se extiende con la misma eficacia el tiempo que tenemos para producir y trabajar. Idealmente, detrás de una población anciana debería haber una pujante generación de jóvenes que con su empleo costean el cuidado que requieren sus mayores. En Japón esto no está sucediendo así. Si cada vez hay más viejos y cada día hay menos nacimientos, ¿quién pagará las facturas médicas?

Este fenómeno se conoce como la inversión de la pirámide poblacional y en el caso japonés, los expertos temen que esta contracción en la población esté influyendo en el estancamiento de su economía.

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“El 35% de los robos los cometen mayores de 60 años que buscan asilo en la cárcel”

Paradójicamente, esta bomba de tiempo de tiempo demográfica está directamente relacionada con su cultura estricta y su apego al trabajo. Cuando tus trabajadores se obsesionan con el empleo, poco tiempo queda después para la pareja y la familia.

En este ciclo vicioso, las parejas jóvenes y productivas conviven poco y postergan demasiado el momento de empezar una familia. Si a eso agregas un salario apenas decente en uno de los países más caros del mundo, lo que obtienes es que la obsesión por crecer económicamente (trabajar y producir más a cualquier precio) puede contribuir a que tu economía deje de crecer. La socióloga de Harvard Mary Briton llama a este fenómeno, no sin sonar alarmista, ‘la muerte de la familia’. (Vía: The Business Insider)

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En una sociedad donde la norma es trabajar literalmente todo el día, con jornadas que rebasan de forma voluntaria las 11 horas continuas, no hay tiempo ni para pensar en hijos, mucho menos para practicar tenerlos. Para colmo, muchas jóvenes que se embarcan en la maternidad deben enfrentar severas dificultades para encontrar trabajo después, como si la maternidad fuera una incapacidad o un signo de debilidad laboral.

La presión que viven los jóvenes japoneses es mayúscula; y es bien conocida desde siempre la alta tasa de suicidios en el país que lleva el rojo sanguíneo en la bandera. Pero los cada vez más numerosos ancianos también sufren la de Caín.

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“Con jornadas de más de 11 horas, ¿a qué hora formas una familia?”

¿Qué haces, por ejemplo, si eres un anciano japonés sin trabajo o con una pensión precaria? Simple: comete un robo menor que te lleve directo a la cárcel, es decir, directo al cuidado gratuito. En fechas recientes las cárceles niponas se han convertido en súbitos asilos para ancianos desposeídos que ofrecen tres comidas al día y un techo digno a cambio de tu libertad y con costo al erario público. (Vía: CNBC)

En Japón, el 35% de los robos en tiendas en tiendas lo comenten personas mayores de 60; esos delitos menores se castigan con cárcel y son un ticket seguro a la seguridad social.

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Podría decirse que el problema japonés más que crecer solo envejece. Ahora mismo, los adultos mayores representan el 27% de la población japonesa, una cifra exorbitante contra el modesto 15% que representan los ancianos de Estados Unidos. Sin embargo, se espera que para el 2050 los ancianos representen el 40% de la población. ¿Cómo podrá sostener Japón semejantes números?

La lejanía geográfica no debe engañarnos; sus pesares actuales son un anticipo de los nuestros. En Japón siempre es el día siguiente y los problemas que enfrentan ahora mismo son los mismos problemas que nosotros, irremediablemente, enfrentaremos mañana.

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