A sus dieciséis años, Greta Thunberg ha mostrado más incomodidad con el sistema que muchos de nosotros. Después de inaugurar Fridays For Future, donde millones de niños alrededor del mundo han faltado a clases para exigir cambios en la política climática, la joven de 16 años ahora se encuentra en la Cumbre sobre Acción Climática de la ONU. 

Greta Thunberg a líderes en la ONU: ‘me robaron mi infancia’

Greta Thunberg no sólo se ha hecho escuchar por mandatarios a nivel mundial, sino que los ha criticado directamente. Greta no se va con juegos, ella es directa y concisa. No le interesan los grandes discursos, sino las acciones prácticas. Está harta de las mentiras, de las excusas, de la política. 

Y, sin embargo, ha recibido un sinnúmero de críticas enfocadas más en su personalidad que en su mensaje. Porque parece más sencillo criticar su apariencia y sus motivos, que instaurar cambios reales en nuestra forma de vida. 

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Greta Thunberg es una niña, sí. Greta Thunberg tiene síndrome de Aspergers, sí. Greta Thunberg viene de un lugar privilegiado, también. Pero ella ha sabido aprovechar la plataforma privilegiada en la que nació para enfocarse en un problema mundial: la crisis climática. 

Debido a su edad, muchos tachan su declaración de infantil y no reconocen la legítima frustración que la posibilita. El mundo como lo conocemos podría desaparecer para 2050. Es decir, Greta podría vivir hasta los 46 años. Sin embargo, personas mucho mayores la critican por no conocer el mundo, por ser infantil, por no saber nada. Para cuando ella haya adquirido la experiencia y conocimiento que se le exige, será demasiado tarde. 

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Otros critican a Greta a partir de su condición, la llaman “enferma mental”, la llaman “discapacitada”, la llaman “tonta” y dicen que tiene un problema psicológico. Pero no, el Asperger no es nada de esto, es una condición. Las personas con Aspergers son absolutamente lógicas, les cuesta entender los dobles sentidos, las ironías y las mentiras. También pueden pasarse horas y días estudiando un tema o haciendo una actividad. Greta ha usado su condición a su favor para aprender más de la crisis climática y rechazar los discursos vacíos de los políticos. (Vía: Autismo.org)

Especialmente en América Latina, se critica que se le dé voz a Greta, una niña blanca de Suecia, y no a los cientos de activistas indígenas de la región. Un discurso no cancela el otro. La crisis climática deberá ser resuelta en todos los frentes. Ahora bien, cada país debería de tener una agenda climática propia a sus necesidades, por lo que mientras el discurso de Greta Thunberg llama a la acción a nivel mundial, los de indígenas regionales llaman a la acción a nivel local.

Para muchos otros, Greta Thunberg es incómoda. Es incómoda porque no es una niña calladita y sumisa. Porque está enojada. Porque no sonríe. Porque dice la verdad –y le dice a los mayores sus verdades–. 

Greta Thunberg es una activista, no una superheroína. Ella sola no puede combatir la crisis climática, erradicar la pobreza, disminuir la brecha de género, arreglar el conflicto bélico de Siria y seguir viviendo su vida. ¿Por qué se le exige más a una niña de 16 años que a los mandatarios internacionales? ¿Por qué se espera de ella requisitos imposibles? ¿Por qué tantas personas la quieren ver fracasar –cuando su fracaso implicaría un fracaso a nivel ambiental para todos–?

Mientras que a los 16 años ya se puede hacer un sinnúmero de actividades a nivel internacional como manejar (con permiso, en Estados Unidos y México), tomar alcohol (en compañía de un mayor, en Reino Unido) y trabajar; ¿por qué está mal visto que a los 16 años alguien se preocupe por el cambio climático? De hecho, ¿por qué pareciera que sólo una niña de 16 años se está preocupando por el cambio climático? ¿Dónde están los políticos adultos que tendían que dar respuestas concretas?

¿Greta Thunberg debería de ser la cara de la lucha contra el cambio climático? No, porque el cambio climático no tiene una sola cara. Aunque ella se ha convertido en la mayor activista de la generación, sus acciones deberían de inspirar a más jóvenes a seguir luchando, insistiendo y gritando. El cambio climático tal vez no nos haya robado la infancia a todos, pero sí nuestro futuro.