Hace un par de días, Arturo Pérez-Reverte, miembro de número de la Real Academia de la Lengua Española, escribió un hilo en Twitter “de burla” respecto a tres campos de concentración nazi: Auschwitz, Treblinka y Mauthausen. La cuenta oficial del Memorial del Holocausto le pidió respeto, que reconociera el peso que tienen sus comentarios y la tirada de antisemitismo que pueden desencadenar… y él se lavó las manos.

Como muchos de su generación, quizá alguna vez Arturo Pérez-Reverte fue un actor importante en la literatura hispánica, pero desde que descubrió Twitter y nos enteramos de todo lo que piensa, quizá ese puesto de “prócer” quedó muy, pero muy en el pasado y ya solo nos dejó un señor enojado con todo, haciendo chistes sin sentido y llamándose a sí mismo “políticamente incorrecto“.
No sabemos si lo que escribe lo hace con pleno convencimiento de causa; como un distractor de las múltiples denuncias de plagio; o simplemente para seguir en los reflectores públicos luego del fracaso en críticas y ventas de sus últimas novelas, pero entre su guerra con el lenguaje inclusivo y esto, parece que no se frena nunca.
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Ante el reclamo de la cuenta oficial del Memorial, el señor respondió como lo hacen en muchas ocasiones los trolles: exigió “lectura de comprensión” y dijo que nunca dijo lo que dijo, que fue un chiste que se les pasó de largo y, de paso, los llamó idiotas de una forma un tanto pretenciosa: “demuestran que recordar una causa noble [sic] no siempre corre parejo con la inteligencia”.
Si su comentario se trató sólo de un chiste porque hay muchos escritores que utilizan el Holocausto como escenario o tema central de sus novelas, no se alcanza a distinguir de un comentario “serio” del escritor: ¿cómo se puede distinguir, entonces, entre parodia y comentario cuando el mismo autor no parece distinguir entre uno y otro?

Por otro lado, la cuenta del Memorial de Auschwitz le pidió a Pérez Reverte responsabilizarse por sus comentarios, pues son una excusa para sus dos millones de seguidores de lanzar publicaciones cargadas de discurso de odio y antisemitismo.
No sólo con un “chiste” que dispara comentarios antisemitas, en redes sociales, personalidades con números altísimos de seguidores no miden la responsabilidad que tienen respecto a sus publicaciones: el odio que pueden impulsar o el acoso selectivo que generan con un retuit comentado.
https://twitter.com/gail_halvorsen/status/1080589958396764160
Los “ofendiditos” de Auschwitz, como los describieron muchos seguidores y defensores de Pérez-Reverte, están en todo su derecho de ofenderse: el genocidio de millones no es cosa de broma.
Por Raúl Cruz V. (@rcteseida)
