La historia de pederastia en la Iglesia Católica alrededor del mundo es tan añeja como dolorosa y en México no es la excepción.
El medio SinEmbargo documenta que desde 1940 estos criminales vestidos con sotana que se hacen llamar sacerdotes, le han arrebatado su inocencia a cientos de niñas y niños, o quizás miles, no se sabe con exactitud.
Entre 2012 y 2022, la Conferencia del Episcopado Mexicano (CEM) abrió 426 casos contra estos hombres que utilizan la fe como como un señuelo para cometer sus fechorías.
De ellos, escribe el portal de Expansión, al menos 271 estaban relacionados con abuso sexual.

Al paso de los años algunos casos se conocieron públicamente, pero estas víctimas, así como algunos activistas e investigadores coinciden en que faltan muchas historias por descubrir.
“Por cada victima que conocemos probablemente hay 50 o 100 más […] Un pederasta que llega a los 60 años de edad habiendo tenido acceso a niños habrá podido abusar de 100 niños”, declaró a la agencia EFE una activista mexicana de nombre Cristina Sada Salinas.
Todo se remonta a los años 40, cuando se relevaron las primeras denuncias en contra del padre Marcial Maciel, el fundador de los Legionarios de Cristo que incluso tiene una película.
Datos del Instituto Nacional de Geografía y Estadística (Inegi) revelan que hasta 2020, esta congregación convocó a 90 millones de feligreses.

La pederastia existe en la Iglesia mexicana, pero encubren a los sacerdotes
“La Iglesia operaba primero silenciando [los casos de abuso]. Luego empezaron a reconocer algunos casos, primero de otras partes [del mundo] […] luego cambios de parroquias, y luego sale en 1962 el Crimen sollicitationis (delito de solicitación) en el Concilio Vaticano, y ahí ya establecen un mecanismo de qué hacer en estos casos”, declaró a SinEmbargo el activista y exsacerdote Alberto Athié.
Marcial Maciel, quien falleció en 2008 fue uno de los casos más sonados. El sacerdote abusó de al menos 70 menores de edad, de los 175 casos que se adjudicó la congregación de los Legionarios de Cristo.
Y aunque la CEM reconoce algunos casos, sus procesos para sancionar estos actos avanzan a paso lento. Es más, no existen datos actualizados sobre los casos de pederastia.
“Lo grave es que la reparación nunca podrá llegar sin el reconocimiento de la podredumbre en el interior de múltiples instituciones religiosas de México, un país profundamente religioso, en el que la CEM empieza a reconocer y perseguir la pederastia clerical, pero aún no hay consecuencias”, concluye la activista Cristina Sada Salinas.
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