Ayer, bajo la lluvia y ante la mirada de periodistas y curiosos, familiares y allegados despidieron en su funeral a El Ojos, líder del Cártel de Tláhuac, seguidos por un fuerte operativo policiaco.

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Un helicóptero siguió el cortejo fúnebre

El gobierno de la Ciudad de México se empecina hasta el ridículo en alegar que en la ciudad no hay cárteles de droga, que solo son narcomenudistas. Sin embargo, tanto el fallecimiento como el funeral de Felipe de Jesús Pérez Luna sugieren exactamente lo contrario. (Vía: Excélsior)

Aunque Edmundo Garrido, de la PGJ, niegue que el Cártel de Tláhuac exista, igual el gobierno de la ciudad mando a cientos de oficiales que siguieron de cerca el funeral de El Ojos, quien fue enterrado en el panteón de San Lorenzo. (Vía: La Jornada)

El operativo incluso contó con un helicóptero que siguió de cerca el cortejo fúnebre. “Se ve, se siente, Felipe está presente”, coreaban los vecinos, amigos y meros simpatizantes de El Ojos. Según testigos, los vítores se parecían a los que pronunciaría un grupo de acarreados para un político menor; sin embargo estas porras eran sinceras. (Vía: Reforma)

Antes de que los familiares y allegados de Felipe de Jesús Pérez Luna ingresaran al panteón de San Lorenzo, la policía colocó un filtro de revisión donde se detuvo a siete personas por portación de arma de fuego y posesión de droga.

¿Cómo empezó el Cártel de Tláhuac? Entérate aquí.

Según testigos, El Ojos vivió como narco; sus vecinos hablaban de grandes fiestas en el domicilio donde fue acribillado por la Marina.

Era famoso en Tláhuac, tanto que cometió el error de andar a sus anchas. Tenía en su poder a los mototaxis que, aunque son ilegales, campean aún en la delegación; más de cien presuntos halcones y mensajeros que, de paso, podían llevar pasaje. (Vía: Noticieros Televisa)

Sin buscarlo ni quererlo, El Ojos curó de ceguera a la CDMX: nos quitó la ilusión de vivir ajenos al terror del narco

El Ojos murió como narcotraficante: abatido por la Marina, en las fotos se aprecia cómo fue alcanzado por las balas en el siento del copiloto de una camioneta. Portaba una playera negra y jeans; ambas prendas salen manchadas de sangre en las fotografías. En medio de las piernas portaba un arma.

Las balaceras que generó la captura frustrada del líder del Cártel de Tláhuac derivaron en narcobloqueos aunténticamente inauditos en al capital de la República. Sin buscarlo ni quererlo, El Ojos curó de una ceguera atroz a la Ciudad de México: nos quitó la ilusión de vivir ajenos al terror de provincia. (Vía: Noticieros Televisa)

Igualmente fue despedido como un narcotraficante, con algunas de las vicisitudes propias de los burgueses clandestinos: querido por algunos vecinos y negado por las autoridades.

Algunos políticos y periodistas se quejan de que mil personas hayan sido partícipes de la “glorificación de un delincuente” cuando ellos han glorificado políticos corruptos.

El actual delegado de Tláhuac, Rigoberto Salgado, de Morena, aún no ha aclarado cómo pudo no enterarse la existencia de un cártel entero en su delegación. Su demencia selectiva es la misma del gobierno de la CDMX. Ojalá su simple y voluntariosa ceguera evitara las balaceras y los asaltos. (Vía: El Universal)

Aún así Felipe de Jesús Pérez Luna, El Ojos, fue muy visible para los pobladores de la Conchita. Y nadie sabe si volveremos a escuchar del Cártel de Tláhuac.

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