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Hace más de 20 años cayó uno de los aparatos de exclusión racial y étnica más vergonzosos de la historia moderna, el llamado “Apartheid” -palabra proveniente de la lengua afrikaans que significaba “separación”-  que operó durante casi todo el siglo XX en Sudáfrica y Nambia. Recordemos que Sudáfrica fue una colonia holandesa hasta principios del siglo XIX,  fue durante ese periodo de dominio neerlandés donde se aplicó por primera vez la política del “apartheid” por parte de los colonos “afrikáners” (colonos blancos holandeses) con el fin de separar a la población africana de la de origen europeo con base, por supuesto, en criterios raciales.

Durante el siglo XIX el Reino Unido afianzó su dominio y hegemonía en esos territorios y  buscó eliminar las prácticas de segregación racial de los nativos holandeses con el fin de introducir un sistema liberal, el cual evidentemente entró en conflicto con la población blanca neerlandesa, profundamente racista,  establecida previamente en el territorio y que defendía el sistema de “apartheid” bajo el argumento de la defensa de la identidad de los colonos frente a los africanos. Posteriormente, a inicios del siglo XX la entonces Unión Sudafricana logró obtener autonomía dentro del Commonwealth británico, dicha autonomía redujo el poder que tenía la metrópolis en la colonia, esto fue aprovechado por los “afrikáners” para impulsar de nuevo las políticas de segregación racial de facto, es decir, medidas no oficiales que derivaron en la exclusión de la población negra en la administración y el sufragio.

Hasta 1948 fue cuando los “afrikáners”, representados por el Partdo Nacionalista, lograron instaurar legalmente las políticas discriminatorias y segregacionistas “apartheid”, dichas leyes prohibían entre otras cosas los matrimonios y las relaciones sexuales  interraciales, todo esto estaba bajo un estricto control del gobierno. Asimismo la distribución del espacio también estaba distribuida según la raza, en donde buscaron mantener en las zonas rurales a la población negra con el fin de evitar su desarrollo económica, ya que pretendían que las clases medias y altas fueran ocupadas por población blanca. La segregación, por supuesto, alcanzó el nivel del acceso a servicios públicos y privados, en donde se distinguían camiones, hospitales, playas, etc. que eran para negros y para blancos, por supuesto la calidad del servicio y el presupuesto estaba también bajo ese esquema.

apartheid

Nelson Mandela apareció como uno de los grandes opositores a este sistema de segregación racial,  a partir del Congreso Nacional Africano (CNA), varios líderes promovieron la desobediencia civil exigiendo que se derogara el sistema del apartheid. Después de una fuerte intensificación en las protestas contra las políticas raciales, el gobierno sudafricano arresto a los líderes del CNA, incluyendo a por supuesto a Nelson Mandela al que condenaron a cadena perpetua por los delitos de  traición y disidencia política.

Después de casi 30 años de arresto, por las presiones de la comunidad internacional, Nelson Mandela fue liberado de prisión, para esos tiempos el apartheid cada vez se veía más debilitado, y Mandela empezó a llevar a cabo un activismo político de primera línea para continuar con la lucha a favor de la igualdad. Pero, fue hasta la presidencia de De Klerk cuando empezaron los procesos de derogación de las políticas segregacionistas en Sudáfrica. En 1992 triunfó un referéndum (ultima votación únicamente blanca en Sudáfrica) que avalaba la creación de una nueva constitución para la nación africana, además de que se llegó a un acuerdo para convocar a nuevas elecciones en las que Mandela participó como candidato, y de las cuales resultó ganador. De tal manera, tanto las acciones de derogación de De Klerk, como el incansable activismo político y pacífico de Mandela, hicieron que la Academia sueca los hiciera acreedores al Premio Nobel de la Paz en 1993.

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Es un Nobel más que merecido, representa el reconocimiento a la finalización de un proceso histórico brutal que afectó a toda la sociedad sudafricana, esto es contrario a algunos galardones otorgados a las buenas intenciones como son los premios a Barack Obama por “fortalecer la diplomacia y la cooperación de los pueblos”, el más reciente otorgado al presidente colombiano Juan Manuel Santos por iniciar y firmar un acuerdo de paz con las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC), acuerdo que fue rechazado en la urnas por los votantes hace poco más de una semana.

 

 

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