Una enfermera en Buenos Aires, Argentina, adoptó un bebé con Síndrome de Down luego su madre biológica lo rechazó debido a su condición genética.
Según relató Infobae, en noviembre de hace 10 años se presentó una situación que ‘puso en jaque’ al personal del Sanatorio conocido como “Madre de Dios” del latín Mater Dei.
Aquel día la enfermera Marcela Casal Sánchez, de 48 años, tomó una decisión que cambió su vida para siempre luego que un recién nacido fue abandonado por su familia.

La especialista contó que la madre biológica no conoció el rostro de su hijo con Síndrome de Down pues de inmediato pidió que retiraran la cuna de su habitación en que se recuperaba después del parto.
Ante ello, el personal del hospital pensó que era cuestión de tiempo para la familia aceptara al pequeño que “Dios les envió”, algo que nunca ocurrió.
“La reacción de ellos (la familia biológica) fue muy precipitada. De hecho devolvieron el certificado de nacimiento a la partera”, reveló Marcela al portal argentino.

Al tratarse de un sanatorio católico las monjas del “Mater Dei” intentaron “tocar el corazón” de la madre y padre del pequeño con Síndrome de Down, pero fue en vano.
“Sentimos una tristeza enorme”, admitió.
Mientras el caso se resolvía en los juzgados, el bebé fue atendido por personal del sanatorio “pasando de brazo en brazo” y recibiendo mucho amor.

“Fue muy fuerte verlo solo, sabiendo lo importante que es para un recién nacido el contacto con su mamá, el pecho, las caricias, la voz”, relató .
Entre el caos, en la mente de Marcela y su pareja se gestó la idea de una posible adopción luego que ella no quedó embarazada tras varios intentos.
La adopción de Santiago y la felicidad de Marcela
Sin embargo, un 27 de diciembre sus ilusiones se desmoronaron cuando la enfermera llegó al hospital y Santiago ya no estaba porque fue asignado a una familia de tránsito.

Entonces, la mujer acudió al Juzgado Nacional y se inscribió al Registro Único de Aspirantes a Guarda con Fines Adoptivos cumpliendo con todos los trámites.
Fue en marzo del siguiente año cuando una jueza en Buenos Aires concedió a Marcela la adopción de Santiago: “Todos lloramos de la emoción”, dijo.
Este noviembre Santiago cumplió 10 años. Su madre adoptiva lo describió como “una fuente de alegría”, cariñoso, sociable, amante de los gatos y la naturaleza.
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