Hace un año, el 3 de agosto, tanto México y Estados Unidos fueron sacudidos por un tiroteo masivo en ese país. La diferencia entre este y las demás balaceras en Estados Unidos ?un evento casi cotidiano?, es que se trató de un ataque terrorista contra mexicanos y el resto de la comunidad hispana en El Paso a manos de un joven xenófobo.

En agosto del año pasado, tras el tiroteo que cobró la vida de 23 personas en un Wal Mart de la ciudad fronteriza, se cantó “Amor Eterno”, de Rocío Durcal, en honor a las víctimas. Este lunes 3 de agosto, esa canción volvió a resonar en su memoria.

Pese al paso del tiempo, el miedo y el enojo no ha desaparecido en la comunidad hispana, reportó el Texas Tribune. Esto es porque el objetivo del tiroteo masivo tenía como objetivo a esta misma comunidad, pues así lo expresó el terrorista en un manifiesto que publicó en redes sociales.

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Este mismo agresor, Patrick Crusius, permanece hoy en la cárcel y todavía enfrenta cargos, tanto estatales como federales, por el ataque del 3 de agosto de 2019. Estos procesos podrían llevarlo, en cualquiera de los dos, a la pena de muerte.

Sin embargo, el castigo contra Crusius no es lo que ha permeado en el psique de los residentes de El Paso, sino el motivo detrás del ataque: una retórica de odio que ha dividido a la nación.

“Nos preocupa que la gente se olvide del motivo por el cual ocurrió. Fue un ataque racista motivado por superioridad blanca”, declaró Fernando García, director de la Red Fronteriza para Derechos Humanos, al Texas Tribune.

Así, la ciudad permanece en zozobra.

“Nunca lo perdonaré. Ella era mi esposa. Era todo en mi vida”, expresó Tony Basco, viudo de Margie Reckard, una de las víctimas del tiroteo.

Mientras el odio ha sido alimentado hacia la comunidad hispana en respuesta al ataque, para el Obispo Mark Seitz, de la diócesis católica de El Paso, se entiende el enojo y considera que el perdón debe ser ganado.

“La gente tiene derecho a estar enojada. Estoy enojado por lo que pasó, estoy enojado con él. […] El perdón no es algo que se de a la ligera. Con todo eso dicho, la venganza no es la solución a la violencia. Solo crea un ciclo de más violencia y tenemos que encontrar maneras de dar con la justicia”, declaró.

Por otro lado, el cura Michael Grady, de la Comunidad Cristiana del Príncipe de Paz, residente de El Paso, señaló que todo esto muestra que, sin importar el color, la gente tiene que unirse, pues no todas las víctimas eran hispanas. Su hija, una mujer negra, recibió tres disparos de Crusius y, a la fecha, se ha tenido que someter a 17 cirugías para recuperarse.

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El Paso fue dañada de manera irremediable y, cuando Plumas Atómicas visitó la ciudad para dar seguimiento al ataque, muchos de los residentes condenaban la retórica de Trump, una que acusan de alimentar la xenofobia y el racismo, así como la falta de control de armas en el país.

Ha pasado un año desde la masacre y, aunque el odio sigue y no se perdona el ataque, están aquellos que todo este sentimiento se desvanezca y la comunidad pueda encontrar la paz.

Con información de Texas Tribune