El expresidente de Guatemala, Otto Pérez, se defendió de los cargos por corrupción hechos en su contra. Uno de sus argumentos fue que en 1993 (¡hace más de veinte años!), cuando agarraron por vez primera a Joaquín “Chapo” Guzmán, el exmandatario se negó a aceptar diversas ofertas monetarias para dejarlo en libertad.
Recordemos que Otto Pérez comandó la captura del narcotraficante en el principio de la década de los noventa. Según las declaraciones del expresidente, la primera reacción del Chapo al ser atrapado fue negociar su liberación. Otto Pérez dijo que el monto que hubiera recibido por dejar ir al criminal mexicano superaba unas diez veces la suma que presuntamente obtuvo en la red de corrupción guatemalteca.
https://youtu.be/U1slsdyw5ug
Es sorprendente que el exmandatario haya traído a cuenta el asunto del Chapo Guzmán. Si en los noventa la cantidad que ofrecía el capo por su liberación era mayor a lo que hoy valen 8 millones de dólares, ¿cuánto habrá ofrecido por su última fuga?
La pregunta inevitable que nos persigue es: ¿por qué en Guatemala pueden exigirle cuentas a un presidente, presuntamente culpable de corrupción, y en México no?