Un día docenas de desconocidos te marcan porque aseguran que eres una trabajadora sexual y que han pagado para tener sexo contigo. Así de insólitos son los casos de trata virtual, práctica cada vez más común donde se cruzan múltiples delitos, como el robo de identidad y amenazas. Esta es una investigación especial de Plumas Atómicas en colaboración con En Punto.

Olivia recibió el primer mensaje de un número que no conocía en febrero de este año. En este le solicitaban un servicio que nunca ofertó:

—Holaaaa zorrita (sic)

—Creo que te equivocaste de número. ¿Con quién quieres hablar?

No sería el último mensaje que le llegaría. Según señaló Olivia a Plumas Atómicas y En Punto se trataba en todos los casos de hombres desconocidos que buscaban tener relaciones sexuales con ella. Todo se originó a partir de un anuncio en la sección de “Dóminas escorts BDSM” de Locanto, un sitio web dedicado a los anuncios clasificados.

Trata virtual, o prostitución digital sin que ella lo sepa
Imagen: Especial

El perfil la describía físicamente, aunque no mostraba sus fotos. Sin embargo, hacía público su número celular y pedía que la insultaran “desde el momento en que tuvieran contacto” con ella.

De ese y otro sitio de anuncios salían los hombres que buscaban a una trabajadora sexual. Todos se encontraron con una mujer que no estaba relacionada con esta profesión.

“Cada vez que sonaba mi celular y veía que era un número desconocido era un romper en llanto y explicarle a la persona que por favor no volviera a comunicarse conmigo porque yo no era la del anuncio”, relató.

No se trataba de un típico caso de usurpación de identidad, sino de un delito de tipo sexual digital denominado “trata virtual”, el cual aún no está tipificado ante las leyes mexicanas.

Trata virtual, o prostitución digital sin que ella lo sepa
Imagen: Especial

La organización que hasta el momento ha tratado de atender a víctimas de este ilícito y encarar la situación es el Frente Nacional para la Sororidad (FNS).

La trata virtual

Olimpia Coral Melo, del FNS, explicó que este ilícito comienza con el robo de la identidad de una persona. Luego se crea un perfil apócrifo en el cual se lucra con la promesa de que la mujer cumplirá con servicios sexuales. La situación se agrava cuando los delincuentes presentan imágenes e información personal de la víctima.

“Pueden robar tus imágenes de internet, (…) pedir transferencias bancarias por medio de tiendas básicas en cada esquina y después de eso, ellos obtienen un comercio sin necesidad de que a ti te tengan ahí”, matiza Melo.

El caso de Olivia continuó. Las autoridades no acababan de resolver el asunto, por lo que ella pidió al sitio web que retiraran el anuncio que exponía su información personal. Tras comenzar con sus propias investigaciones, finalmente dio con su agresora, quien radica en la Ciudad de México, y decidió acudir al Ministerio Público.

“Llego al MP y se ríe la señorita que me debía atender, se ríe y dice que si no voy golpeada o con una amenaza real, no puede hacer nada y prácticamente se burla de la situación”, narró a Plumas Atómicas En Punto.

Esa misma falta de comprensión era lo que se encontraba con la gente a la que le contaba la situación. Fue hasta que encontró al FNS que finalmente recibió el apoyo que la ayudó a sobrellevar la situación que hasta el día de hoy padece.

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Imagen: Facebook

La trata virtual, como lo define el FNS, no existe ante las autoridades mexicanas. Sin embargo, el comisario Víctor Jiménez, de la Policía Cibernética de la Policía Federal, señala que es una actividad que sí puede ser perseguida y castigada.

“Ahí no estaríamos hablando de un tema de trata, ni mucho menos de un tema de trata virtual. (…) Es víctima quizás del delito de difamación, usurpación de identidad, podríamos decir que amenazas, amenazas pero por parte de los clientes que se vieron engañados, no tanto por la persona que utilizó su información”, declaró el comisario a Plumas Atómicas y En Punto.

Al no estar tipificado y conllevar otros ilícitos, no es tan sencillo de identificar. Hasta ahora, sólo el FNS ha detectado cinco casos y el de Olivia no es el que ha llegado a la situación más grave.

No todos salen a la luz

El caso más violento, relató Melo en entrevista, es el de una mujer en el valle de México. Alguien creó un perfil apócrifo con su información; Juana no sabe cuántas transacciones bancarias se hicieron con su imagen.

La situación escaló cuando un día llegaron hombres a su casa para exigirle los servicios sexuales que ya habían pagado.

Dos personas estuvieron detrás de este caso: su hermano y su ex novio. Hicieron la cuenta, le robaban la ropa interior y cobraban hasta cinco mil pesos a los interesados. La casa de Juana fue publicada como el punto para las citas.

Trata virtual, o prostitución digital sin que ella lo sepa
Mensajes de victimarios contra Juana. Imagen: Especial

Mientras que el caso de Juana lleva tres años en un proceso penal, el caso de Olivia es investigado todavía por la Policía Cibernética.

“Esa no soy yo y alguien se está haciendo pasar por mí y se está refiriendo de esa forma sobre mí. (…) La cantidad de mensajes que empecé a recibir me llenaron completamente de miedo, fueron días de muchísima ansiedad, de no poder dormir, no poder comer, de sentirme completamente sola”, platicó.

¿Cómo puedes perseguir o prevenir un delito cuya gravedad no entiendes? Si bien hay delitos que pueden ser atacados, la actividad entera ni siquiera parece alarmar a las autoridades, lo que deja a las víctimas en una situación de vulnerabilidad, como es el caso de los demás delitos sexuales digitales que todavía no son atendidos en este país.

En Estados Unidos, la página de anuncios clasificados Craiglist fue obligada a dejar de publicar anuncios de carácter sexual. ¿Qué medida podrían tomar a corto plazo nuestras autoridades? ¿Cuántos de los anuncios de páginas como Locanto en realidad son meros anzuelos creados con información robada? Olivia y Juana podrían no volver a contestar llamadas desde números desconocidos. Pero ese gesto estaría muy lejos de ser una solución al problema.

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Por Esteban González de León y Marco Antonio Coronel (En Punto)