¿Qué opinan los lingüistas sobre el lenguaje inclusivo?

Para algunos, que el lenguaje inclusivo se esté discutiendo desde México hasta Argentina y desde la UNAM hasta la Real Academia Española (RAE) es un éxito de una serie de movimientos que han hecho todo para hacer ver que hay algo extraño en la forma como desde el lenguaje se construye nuestra interpretación de la sociedad y los roles de género que de ella emanan.

Ya te hemos presentado casos que van desde el ridículo hasta opiniones editoriales, sin embargo, ¿qué piensan los lingüistas? Como ninguna comunidad, aún las de expertos, están fuera de la sociedad que los gesta, así que las opiniones están bastante divididas.

¿De verdad es tan difícil aceptar el lenguaje inclusivo?

El debate, en buena medida, gira sobre prescripción y descripción: ¿puede un científico o un experto ‘posicionarse’ sobre el objeto que analiza? Para un científico social o un científico natural esta dictomía no existe: un zoólogo, aunque sea vegano, no podría juzgar ni condenar a los tigres por comer carne, ni un sociólogo (debería) condenar los procesos sociopolíticos que conformaron, por ejemplo, una institución como la Iglesia Católica.

Sin embargo, los hispanoparlantes le exigen a los lingüistas posicionarse frente a su objeto de estudio por una cuestión histórica: la RAE se fundó como una institución que reglamentaba el ‘correcto uso del Castellano (no, no se llama español… para los españoles, claro). Por más de doscientos años, la RAE marcó reglas que tenían que cumplirse; el problema es que, hoy, la institución ya no prescribe, sólo describe.

Hay unos que han tratado de dejar claro, a través de reportes y análisis, cómo el tema los rebasa: frente a un tema político y pragmático, los gramáticos, lexicógrafos, semánticos y demás especialistas de la lengua no pueden tener posturas expertas, sólo opiniones personales.

Por ejemplo, el académico Ignacio Bosque dirigió un informe para la RAE en el que, en buena medida, dice que esta discusión no le toca a la Academia, sino a la sociedad y que, como institución que describe el uso social del lenguaje, ya tendrá oportunidad de alcanzarla:

los responsables o los impulsores de [las guías del lenguaje no sexista] entienden que no corresponde a los lingüistas determinar si los usos verbales de los hispanohablantes son o no sexistas. Aunque se analizan en ellas no pocos aspectos del léxico, la morfología o la sintaxis, sus autores parecen entender que las decisiones sobre todas estas cuestiones deben tomarse sin la intervención de los profesionales del lenguaje, de forma que el criterio para decidir si existe o no sexismo lingüístico será la conciencia social de las mujeres o, simplemente, de los ciudadanos contrarios a la discriminación.” (Vía: RAE)

Gobierno de Oaxaca usando lenguaje no sexista
Imagen: Secretaría de la Mujer Oaxaqueña

Otros académicos, como la doctora Concepción Company, miembro de número de la Academia Mexicana de la Lengua, desestiman por completo la utilización del lenguaje inclusivo como “una tontería”, pues utilizarlo no garantiza automáticamente la equidad de derechos para hombres y mujeres:

“es una tontería; así, tranquilamente. En primer lugar, no es equidad de género, sino de sexo, el género es de la gramática, y aunque pueda escandalizar, es una obviedad gramatical que el género masculino no significa masculino hombre, sino que es indiferente al sexo. El género gramatical que en la lengua española puede discriminar es el femenino.” (Vía: La Voz de Galicia)

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Definitivamente, el lenguaje no es responsable de la forma cómo se han organizado históricamente la sociedades. Sin embargo, como mencionan Karina Galperín, doctora en Letras y profesora de la Universidad Torcuato Di Tella, y Santiago Kalinowski, miembro de la Academia Argentina de Letras, buena parte de la sociedad reconoce que las condiciones sociales que determinaron, a su parecer, un uso sexista del lenguaje, han cambiado. (Vía: La Nación)

María del Carmen Horno Céliz, profesora de Lingüística de la Universidad de Zaragoza, acepta que el problema es, cuando menos, uno que requerirá discusiones largas y soluciones creativas que, a su parecer, todavía no encontramos:

“un uso continuado del doblete implica que, poco a poco, el uso del masculino no nos incluya. En mi generación, si un profesor decía ‘que levante la mano el niño que quiera salir’, las niñas nos sentíamos aludidas; hoy en día no, o no siempre. Y es esta una consecuencia nefasta de doblar constantemente el masculino y el femenino. Máxime en algunos contextos, como el legal.” (Vía: Letras Libres)

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Como cualquier científico, social o natural, los lingüistas hoy sólo describen los procesos que analizan. Todos coinciden, por un lado, que la lengua (cualquiera) no es en sí misma machista sino que nació y refleja una sociedad machista frente a la que hay muchas formas de operar, tanto como individuos como colectivo, sin embargo eso ya no les toca a elles. Nos toca a nosotres.

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