Ayer en la noche, el equipo de transición de Andrés Manuel López Obrador hizo pública la carta que el próximo presidente de México, Andrés López Obrador, entregó a Donald Trump a través del equipo de la Casa Blanca que vino a conversar con él la semana pasada.

A diferencia del tono que López Obrador mantuvo a lo largo de la campaña presidencial contra Donald Trump, esta misiva resultó bastante conciliadora y suave: no hubo exigencias ni menciones al muro o a las políticas migratorias inhumanas de la Casa Blanca, y cerró con un párrafo que, seguramente, hará mucho ruido en los sectores más progresistas de Estados Unidos.

Vamos por partes: como nunca desde la administración de Richard Nixon, el gobierno de Estados Unidos había sido dirigido por un racista tan descarado; nunca un presidente había tenido una política abiertamente antimexicana y anti migración con Donald Trump y, entre esos nuncas, nunca un candidato presidencial había sido invitado a Los Pinos a cotorrear.

El grave error de Peña Nieto en el 2016, para muchos analistas estadounidenses, permitió que un cheto tuviera cara presidenciabley fuera, ahora sí, tomado en serio. Y ese error se pagó caro en el gabinete peñista… más o menos.

Desde entonces, López Obrador había mantenido un discurso confrontacional frente a las políticas racistas de Trump: la construcción del muro y los ataques a los derechos humanos de los migrantes mexicanos y latinoamericanos. Todo ese discurso se olvidó y, por alguna razón, llevó toda la presentación del nuevo gobierno a los terrenos y tonos seguros y amables de Trump.

Centrada, supuestamente, en comercio, migración, desarrollo y seguridad, la carta comienza con un argumento positivo para Trump: ‘terminar’ con la negociación del TLCAN por la incertidumbre que el estira y afloja genera en la inversión extranjera en México.

En cuestión migratoria, el único comentario que se hace es al futuro: la inversión y los proyectos (de política interna que no sabemos por qué habría que presumírselos a Trump) que, idealmente, “convertirán la migración en algo económicamente innecesario”.

Al no hacer mención explícita de la situación actual de los migrantes mexicanos en Estados Unidos se borda sobre un vacío en el discurso que, cuanto menos, es peligroso, particularmente con una presidencia como la de Trump.

Tampoco, fuera de lo que vendrá, se menciona la crisis de refugiados y buscadores de asilo centroamericanos que huyen a Estados Unidos y pasan por México. Todo son planes a futuro, planes que dan por sentada la cooperación estadounidense.

Último párrafo de la carta de AMLO a Trump
Último párrafo de la carta de AMLO a Trump

Finalmente, el último párrafo es, cuanto menos, preocupante para las relaciones bilaterales que la izquierda mexicana había mantenido, hasta cierto punto, con un ala específica del Partido Demócrata.

Durante las elecciones de este año, dos símiles se volvieron cansados: Venezuela y Trump. AMLO iba a convertir a México en Venezuela del Norte, según tus tíos y los analistas porque, según ellos, era más que obvio que AMLO es un Trump latinoamericano… En esta carta, firmada por López Obrador, hace explícita la comparación.

¿Y qué pasó con el libro contra Trump, AMLO?
¿Y qué pasó con el libro contra Trump, AMLO?

El riesgo de equiparar el movimiento trumpista con la victoria de Morena no sólo borra las diferencias, sino que reduce a todo el partido Demócrata estadounidense a la dinastía Clinton y a los políticos de la centro derecha que resguardan al eje toral de la oposición.

El ala demócrata más cercana a López Obrador, la encabezada por Bernie Sanders y los jóvenes demócratas socialistas que le han dado la vuelta a las elecciones desde hace unos meses quedan, entonces, a la par de personajes como Nancy Pelosi o la misma Hillary Clinton que poco o nada han hecho para sacudirse la etiqueta de stablishment.

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La falacia de Trump, de darle voz y representación a “la mayoría silenciosa” (una figura creada desde el racismo absoluto con Nixon y revivida con el mismo ánimo en el 2016), se equipara con el movimiento de base de Morena y su victoria, pareciera, respondió a las mismas circunstancias, al mismo racismo y a la misma xenofobia.

Flaco favor se hace, también, López Obrador, al caer en una equiparación por la cual lo han defendido asesores, miembros del futuro gabinete y hasta periodistas en publicaciones como The New Yorker y el Washington Post.

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¿AMLO buscó estrechar lazos para ganarse el ego de Trump y convencerlo de cosas que no le convienen, como lo han hecho Kim Jung-Un y Putin o, simplemente, fue error diplomático que se estará pagando caro cuando ocurra la transición?

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