Decenas de prostitutas se reunieron este viernes en una procesión hacia el barrio de la Merced, en la Ciudad de México. El grupo de mujeres caminó por las calles del Centro Histórico hasta llegar a un altar que ellas mismas montaron en memoria de sus compañeras fallecidas. El gremio de sexoservidoras es uno de los más vulnerables en México: estas trabajadoras no tienen servicios médicos públicos y su salud no es monitoreada por nadie. Cada noche implica para ellas enfrentarse a una serie de peligros que van desde la violencia directa de los clientes hasta el contagio de cualquier tipo de enfermedad física.

Según una investigación realizada en 2011, hay siete zonas rojas en el Distrito Federal, lugares donde el mercado sexual es variado y, en la mayoría de los casos, funciona sin ningún tipo de regulación que salvaguarde la integridad física y psicológica de ninguna de las personas involucradas en el comercio. La Zona Rosa, la calle Sullivan, las inmediaciones del mercado de la Merced, la calzada de Tlalpan, la avenida Izazaga y las inmediaciones de Buenavista son sitios famosos por los servicios sexuales a disposición de quien pueda pagarlos.

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De acuerdo con la Agencia de Gestión Urbana del gobierno de la Ciudad de México, a partir de 2014 se reconoció legalmente al grupo de personas dedicadas al sexoservicio como “trabajadoras no asalariadas”. Este reconocimiento les permite acceder a cursos y talleres gratuitos relacionados con su actividad laboral. Sin embargo, se calcula que más de 20 mil personas se dedica a este tipo de comercio y el número de credenciales que las acredita como sexoservidoras apenas supera la cifra de 100.

Entre los grupos de activismo que luchan por el reconocimiento de la dignidad y los derechos humanos y laborales de quienes se dedican a la prostitución en México, se destaca la Brigada Callejera de Apoyo a la Mujer “Elisa Martínez”, que brinda distintas clases de apoyo a las prostitutas y prostitutos de nuestro país. No obstante, hay un largo camino por recorrer.

En México, sobre la prostitución pesan muchos estigmas morales y, a pesar de que el comercio funciona con regularidad, no hay un reconocimiento social generalizado hacia esta profesión. La procesión y la ofrenda que un grupo de sexoservidoras realizaron en el Centro de la capital es un pequeño esfuerzo por hacer visible la violencia y la injusticia a la que se enfrentan cada día.

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