Ana Valencia, estudiante de la UNAM, recorre cuatro mil kilómetros sin generar basura al caminar durante más de cinco meses la Cresta del Pacífico que comprende desde la frontera de México a la de Canadá, dentro de Estados Unidos.
Con un recorrido a través de las montañas y sin generar un gramo de basura, Valencia, alumna de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), emprendió su viaje el pasado 18 de abril.
“Cuando empecé me di cuenta que había mucha basura involucrada, muchas cosas de un solo uso y entonces decidí hacerlo de esta forma. Fue peligroso, a veces, estar a merced de la naturaleza, de las tormentas eléctricas, de los ríos”, relató en entrevista con la UNAM.

El recorrido de Ana
De acuerdo con el testimonio de la alumna, al investigar sobre el viaje, se percató que nadie lo hacía sin producir basura por lo que decidió documentar de la mejor manera posible que sí se podría hacer un recorrido sustentable.
Al principio de su recorrido, Ana escribió en su diario de viaje, pero conforme avanzaba en su trayecto las adversidades se lo impidieron, sin embargo conserva algunos de sus registros:
“Kilómetro 1042. Comenzó siendo un día difícil, caluroso, con poca agua y poco viento. Mi plan era sólo caminar 30 kilómetros, o tal vez un poco más, y acampar cerca de un riachuelo que se veía en el mapa. Llené mis botellas con tres litros de agua. Al inicio del día y comencé la larga y calurosa subida. Me sentía cansada, hambrienta y con poca energía. Descansaba en las sombras de vez en cuando hasta que por fin llegué al prometido riachuelo, que en realidad era una tubería donde salían algunas gotas, una o dos por segundo”, relata.

Un viaje sustentable
Al reto mental y físico, Ana Valencia agregó el de la basura, porque comúnmente quienes recorren el Camino de la Cresta del Pacífico no se preocupan por su producción, llevan plástico y luego lo desechan, por ello, diseñó una logística de comprar a granel y usar bolsas compostables.
Valencia también recuerda que otro pasaje importante fueron los días de tormenta eléctrica ya que dijo resultaron un reto al no poder dormir bien, tener frío y estar preocupada que no se metiera la lluvia a la tienda de campaña.
“Me despierta una tormenta eléctrica a las dos de la mañana. Temí por mi vida. El resto del día caminé y caminé en estado de shock, casi toda la mañana. Fue un día largo, caluroso y difícil que terminó en un campamento infestado de mosquitos”, detalla en su diario.

Ana, quien terminó su viaje el pasado 3 de octubre, el cual calificó como un reto mental y físico, celebró el logro de superarlo y poder demostrar que sí se puede hacer un viaje sustentable sin generar basura.
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