El bono de puntualidad no es el más fácil de obtener para los mexicanos y no es infrecuente que los extranjeros se quejen lo la extraña forma en que concebimos el tiempo. El mutable significado de “ahorita” es el mejor ejemplo de cómo la exactitud cronológica no parece venir en el ADN mexicano. Muy distinto es el caso de los ingleses que, aun como mero cliché, tienen fama de ser más que puntuales.
No sabemos en Plumas Atómicas si de verdad todos los ingleses aspiran a ser súper puntuales, pero hemos encontrado a un inglés que fue capaz de renunciar por su impuntualidad. No dejó plantados a todos en una reunión, no llegó tres horas tarde, no le echó la culpa al Metro: este hombre llegó apenas dos minutos tarde: ¡sí, dos minutos! Pero la vergüenza fue tan grande que, ya de plano, mejor decidió renunciar. (Vía: Sin Embargo)
Tras llegar literales dos minutos tarde, Michael Bates explicó que se sentía profundamente avergonzado por haber llegado tarde a la cita. Bates, que se desempeñaba como ministro de Desarrollo Internacional, no dudó en disculparse alegando que por cinco años siempre aspiró a “los más altos estándares de cortesía”.
Y ahí fue que el lord inesperadamente anunció su renuncia:
“Estoy completamente avergonzado de no haber estado en mi lugar, por lo que ofreceré mi renuncia a la primera ministra… con efecto inmediato. Lo siento”, exclamó antes de irse.
¿Exagerado? Por supuesto, incluso para un inglés, pues de inmediato el resto de los presentes exclamaron muestras de incredulidad. Hubo quien gritó, hubo quien no lo podía creer, seguro hubo quien no lo creyó.
Por lo pronto, sus superiores inmediatos intentaron convencerlo de que le bajara tres rayitas a su rollo pero, al parecer, nadie pudo convencerlo. Esperemos que tu jefe no vea esta nota para que no te pida seguir el ejemplo de este lord.
