El todavía presidente de los Estados Unidos, Barack Obama, entregó por última ocasión la Medalla Presidencial de la Libertad, el honor cívico más importante del país, además de “un tributo a la idea de que todos nosotros, sin importar de dónde vengamos, tenemos la oportunidad de cambiar este país para bien”, según dijo Obama al anunciar a los premiados el pasado 16 de noviembre. (vía: whitehouse.gov)
21 personas, entre filántropos, celebridades del cine, la televisión y la música, los deportes, la academia y la ciencia fueron citadas este 22 de noviembre a la Casa Blanca. Entre los galardonados hay miembros de la comunidad LBGTTTQA, como Ellen DeGeneres; indígenas americanos, como la líder comunitaria de la tribu Blackfeet, Elouise Cobell; musulmanes, como Kareem Abdul-Jabbar; afroamericanos, como Michael Jordan; activistas políticos, como Maya Lin, y latinos, como Eduardo Padrón, además de nombres conocidos por su trabajo en el cine y la cultura, como Robert DeNiro, Lorne Michaels, Robert Redford y Dianna Ross. (Vía: The Guardian)
En un discurso ligero, pero que sutilmente advierte de la necesidad de seguir defendiendo la lucha por los derechos de las minorías, Obama celebró el trabajo y la “valentía” de la comediante Ellen DeGeneres, que fue una de las primeras celebridades que, a mediados de los años 90, hizo pública su homosexualidad, lo que le acarreó una larga serie de conflictos profesionales y personales, y es, hoy, una de las principales voces dentro de los medios estadounidenses. (Vía: The New York Times)
Esta última entrega de medallas, la más multicultural de los ocho años de la administración de Obama, podría, incluso, ser leída como una declaración ética y política frente al advenimiento de una presidencia ultraconservadora como la de Donald Trump y el vecipresidente Mike Pence. El discurso de Obama antes de entregar las medallas, las felicitaciones tanto a Ellen como a los demás galardonados y la ligereza protocolaria de la ceremonia bien podrían ser la despedida de una premiación al trabajo de las muchas minorías que conforman la diversidad y complejidad de la sociedad estadounidense.
Frente a la que apunta a ser una de las administraciones más conservadoras, incluso discriminatorias, de la historia moderna de los Estados Unidos, la postura de la actual Casa Blanca empata con las decenas de manifestaciones por todo el país que exigen una presidencia “para todos los estadounidenses”: el fin de semana, el vicepresidente electo, Mike Pence fue abucheado al asistir a la obra musical Hamilton: An American Musical en Broadway.
Tonight, VP-Elect Mike Pence attended #HamiltonBway. After the show, @BrandonVDixon delivered the following statement on behalf of the show. pic.twitter.com/Jsg9Q1pMZs
— Hamilton (@HamiltonMusical) November 19, 2016
Frente al abucheo, el elenco de Hamilton (una obra que, con un elenco multiétnico, narra la fundación de los Estados Unidos) frenó al público y uno de los actores le dijo, directamente, a Pence que le daban la bienvenida, sin embargo, como parte de una “América diversa” estaban preocupados que su administración no los defienda a ellos, a su familia ni a sus derechos inalienables, pero confiaban que la obra lo haya inspirado para hacerlo.
La resistencia frente a un resurgimiento del discurso nacionalista blanco en los Estados Unidos tras la victoria de Trump sigue manifestándose de muchas formas: desde la Casa Blanca, desde las calles y en la participación y apoyo constante de todos.