El inicio de la invasión rusa a gran escala contra Ucrania el 24 de febrero de 2022 cambió totalmente el conflicto que ambos países tenían desde 2014. Desde el inicio de la invasión, hace tres años, se han reportado más de 12 mil muertes de civiles ucranianos, según cifras de las Naciones Unidas. Además, cerca de 30 mil personas han sido lesionadas. Se cree que las cifras reales podrían ser superiores.

Todos los días suenan las alarmas de posibles ataques con drones o misiles. Solo en Kiev, se han activado más de mil 500 veces desde que comenzó la invasión en 2022 hasta febrero de este año, según servicios locales de emergencia.

¿Pero cómo ha impactado a la gente que vive este país de Europa Oriental? Sobre todo, ¿cómo ha cambiado el panorama, las expectativas y los planes de los jóvenes que empiezan su vida universitaria?

Plumas Atómicas entrevistó a un grupo de estudiantes de la Universidad Nacional de la Academia Kiev-Mohyla, en la capital del país. Las entrevistas se realizaron para entender cuáles son sus inquietudes y sobre todo cómo han tenido que ajustar su vida a la guerra que afecta a todo su país.

Lisenko Bogdán, 18 años

Ucrania: ¿Cómo ha impactado la guerra a los universitarios?
Lisenko Bogdán. Foto: Esteban González de León

(Cuando empezó la invasión) me preparaba para ser un docente. (…) Pensé que podía ser un buen maestro si terminaba mis estudios. Antes del COVID, no me gustaba la historia en lo absoluto, pero luego me di cuenta que es muy importante (…). Supongo que no tenía planes (antes de la invasión), el único que tenía era para el 23 de febrero. Mi plan era marcarle a mi profesor el día siguiente y preguntarle una duda.

En mi casa solo están mi mamá y mi hermano menor. Mi hermana está casada y vive en Dnipró. (…) Mi abuela está en otro pueblo, cerca de mi mamá y mi abuelo se mudó de Lisichansk, una ciudad en la región de Lugansk que fue ocupada y destruida por los rusos. Entonces se mudó a Dnipró.

Han cambiado muchas cosas en mi vida. Me mudé de mi pequeño pueblo a la capital. (…) Ahora tengo dos trabajos, estudio en dos universidades, (…) tengo muchos amigos.

En el caso de Kiev, es un problema cuando se activa la alarma antiaérea. No funciona el transporte. (…) No me había dado cuenta de que en esos momentos un misil puede matarme, pero solo pienso en que no puedo llegar a mi universidad.

Soy el tipo de gente que piensa que a lo mucho en dos años se acabará la guerra. Soy un optimista. Creo que estaría bien (que se acabe). En cinco años, si la guerra se acaba, regresaré a mi vida normal, tendría mi propia casa, empezaría una familia y viviría feliz, como cualquier otra persona. Pero si hay una situación de peligro, creo que me sacrificaría por mi país, me enlistaría al ejército o algo así.

Anna Hamuza, 19 años

Anna Hamuza. Foto: Esteban González de León

Era baterista en una banda y no pensaba en historia ni en arqueología. Cuando tenía 13 años, mis amigos y yo decidimos que queríamos ser arqueólogos. Crecimos pero ahora soy la única de nuestro grupo de amigos que será una arqueóloga. 

Nuestra guitarrista está en Estados Unidos, nuestro bajista está en Alemania. Soy la única que se ha quedado todo este tiempo en Ucrania. Sé que no quiero irme, quiero vivir en Ucrania, en Kiev, amo Kiev, es una ciudad hermosa. Todavía toco la batería.

Cuando empezó la invasión a gran escala empezó no tenía planes sobre el futuro. No me gusta hacer planes, pero ahora tengo planes para mis próximos 20 años. Empecé a crecer, no tengo opción. 

La vida ahora parece normal, haces las mismas cosas que hacías antes de la guerra, o eso es lo que pensamos. Luego recuerdas que tus mejores amigos están en otros países, no los has visto por tres años. Es muy triste y tus nuevos amigos cuando tienen 18 años van a la guerra y esto no es normal. 

Fui de vacaciones con mis padres a Croacia y es muy diferente. Cuando escuchas un ruido empiezas a pensar en amenazas. Luego entiendes que solo es un ruido, que no es una explosión, una alarma antiaérea, estás bien, estás en Croacia, no hay guerra. (…) Regresas a Ucrania y la vida no es normal, no es como en otros países.

Es una experiencia que rezo que nadie experimente, es horrible. (…) Me gustaría que no hubiera guerra, pero tal vez solo necesitas tratar de vivir. (…) Solo necesitas concentrarte en vivir ahora.

Nazarii Kuprii, 19 años

Nazarii Kuperii, 19 años. Foto: Esteban González de León

Cuando empezó la invasión a gran escala estaba en el décimo año de la escuela. Era la preparatoria. Tenía muchos planes porque era el final de invierno, era el inicio de la primavera. Tenía muchos planes para el verano, porque tengo muchos amigos, familiares, que viven ahora en el sur de Ucrania. Parte de estos territorios están ocupados (por Rusia). Siempre visitaba a mis amigos, a mis parientes que viven en el sur de Ucrania. Me gustan esos lugares, porque están ligados a mi infancia. La mayoría de mis planes eran en estos lugares ocupados.

Mucha gente de mi edad no sabe qué universidad escoger, porque es difícil hacerlo, elegir tu futuro y así. No tengo planes sobre mi futuro, la universidad. Pienso mucho sobre este tema, pero la mayoría de mis planes tenían que ver con estar con mis amigos, visitar a mis familiares, empezar algún hobby nuevo y así.

Creo que lo más importante, por ejemplo, cuando duermo y escucho explosiones de misiles, la mayoría de la gente en Ucrania se ha acostumbrado a escucharlos, así como de otras cosas. No es normal para gente de otros países donde no hay guerra, pero para los países que hay guerra escuchar explosiones todos los días, todo el tiempo, es normal.

Creo que lo primero que los ucranianos deben mostrar es la realidad, las consecuencias de esta guerra a otras personas (del mundo).

Valery Moroz, 22 años

Valery Moroz. Foto: Esteban González de León

Mi padre fue al ejército cuando empezó la invasión. Yo también quiero ser parte del ejército pero no puedo hacer esto por algunas reglas del ejército. Yo estaba en casa (…) mi padre está en el ejército y sé que debo proteger a mi hermana y mi madre.

Estaba en Dnipró cuando comenzó la invasión y me quedé en casa y después de unas semanas regresamos a la universidad. En Dnipró, dado que está en el sur, cerca del frente, no solo son alarmas, también son misiles y drones que atacan a la ciudad todas las noches. (…) Mi familia se quedó en Dnipró, es normal. Sé que debo alzarme a la ocasión y entrar a la universidad (en Kiev).

Quiero llegar al doctorado. Sé que puedo, sé que quiero. Tengo la oportunidad de conseguir el doctorado. A veces pienso que debería unirme a las fuerzas armadas de Ucrania. (…) Mi padre tiene 50 años y debo relevarlo y proteger a mi familia, porque el frente está muy cerca de Dnipró. (…) La última vez (que vi a mi padre) fue en agosto.

Deberíamos ir al metro siempre, pero cuando suenan las alarmas la gente permanece como cualquier otro día. (…) No sé qué es normal en otro mundo. Llevo toda mi vida en Ucrania y no sé cuál sería la reacción a esto en otros países.

Quiero que la gente de otros países sepa sobre nuestra guerra, porque gente de otras partes del mundo no saben de la guerra entre Ucrania y Rusia. (…) Rusia considera que Ucrania, como país, no es independiente y Ucrania no puede controlar su propio futuro. (…) No entiendo cómo puede terminar esta guerra.

Serhiy Borysenko, 18 años

Serhiy Borysenko. Foto: Serhiy Borysenko

Después de la invasión, muchas universidades regresaron a la educación a distancia. Eso era un gran problema, porque cuando escogí mi universidad aposté por una educación en la universidad, no a distancia. La educación no solo son los libros, las clases, trabajo, trabajo, trabajo. Se trata de los amigos, la cerveza, ir a bares. (…) A distancia no hay amistades con los compañeros de clase.

(Me enlisté) porque las actividades científicas dejaron de interesarme. Quería hacer alguna actividad, no sentarme 24 horas, siete días con un libro en la mano. Solo me dejó de parecer interesante.

Tenía ganas de adrenalina. También me involucré muy activamente en la afición del fútbol. (…) Me entregué por completo a esta actividad: hacíamos pancartas, organizábamos eventos y animábamos a la gente a ir al fútbol. Sin embargo, a pesar de todos los esfuerzos, la gente en Ucrania no nos prestaba atención. (…) Cada vez más de nuestros compañeros se iban a la guerra y así llegó mi turno. (…) Me carcomía la conciencia un poco porque ellos estaban en la guerra y yo no.

En el ejército literalmente dejas de pensar, (…) En cuanto a las ideas, literalmente te abstraes de todo mientras realizas una tarea y hay muchas tareas en el ejército. ‘Un soldado ocioso es peligroso para sí mismo y para los demás.’ Es una forma de meditación, solo que con una pala y un rifle Kalashnikov. En la vida civil solo piensas en lo malo.