¿Hasta dónde puede llegar la falta de sensibilidad de un presidente? Trump tiene la insoportable cualidad de hacer todo evento un pretexto para hablar de sí mismo. En una reunión con los 50 gobernadores de los Estados Unidos, el presidente tuvo la puntada de afirmar que “él habría entrado a la escuela durante el tiroteo, aun sin armas”. (Vía: El País)

Y es que, lejos de molestarse por los laxos controles de armas, Trump dijo sentirse muy molesto por cómo actuaron los agentes de seguridad presentes durante el tiroteo de Parkland. Uno en especial se apostó afuera del plantel de la escuela sin ingresar en ningún momento. Para Trump, la forma en que se comportó este oficial de policía “fue una vergüenza”.

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Podría ser criticable, aunque no censurable, el comportamiento del oficial, pero mucho peor están las opiniones de Trump, quien asegura que las escuelas son lugares susceptibles de tener tiroteos justo por ser lugares ‘libres de armas’, lo cual es tan brillante como afirmar que los lugares libres de humo de tabaco son susceptibles de ser visitados por fumadores irrespetuosos de la ley. (Vía: Tampa Bay Times)

En ambos casos, el problema son las personas, los criminales. Armar a todos no es la vía para frenar los tiroteos; desarmar a todos, sí. 

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Pero una prohibición sensata difícilmente llegará bajo el gobierno de Trump, quien en la misma reunión afirmó “ser fanático de la Segunda Enmienda y de la NRA”.

Según encuestas, el 70% de los norteamericanos estaría a favor de endurecer los controles de armas. Pero las medidas que propone el gobierno de Trump no están a la altura de las necesidades: se ha propuesto prohibir los dispositivos que convierten un rifle en una semiautomática, subir la edad legal para comprar un arma y endurecer la búsqueda de antecedentes legales y psicológicos.

Todas estas medidas son paliativos que no se acercan a la solución de fondo: una prohibición; al menos una prohibición que nadie acceda a un arma diseñada para los campos de batalla, pero no para cazar alces y venados, como la AR-15. Trump está lejos de deslindarse de la NRA aunque la ataque; y está lejos de hacer algo serio contra las armas, aunque se diga a favor de mayores controles.

Paralelamente, mientras los sobrevivientes de Parkland visitaban por primera vez su escuela desde el tiroteo, la NRA afirmaba estar en contra de cualquier clase de prohibición; incluso las medidas propuestas por Trump les parecen excesivas, un insulto a la Segunda Enmienda, que sin duda ha provocado más muertes de las que ha evitado. (Vía: BBC)

Por su parte, el gobernador de Florida, Rick Scott, también ha hablado de mejorar y endurecer los controles de armas. Aunque sus propuestas son versiones sensatas de las vertidas por Trump, siguen siendo tibias. Scott se rehúsa categóricamente a armar a los profesores, como varios han propuesto, pero tampoco es un partidario de la prohibición total de las semiautomáticas. (Vía: Local 10)

Lo únicos que han hablado con razón y sensatez desde el tiroteo protagonizado por Nikolas Cruz son los sobrevivientes, los familiares de las víctimas, los estudiantes. Pero a ellos incluso los han acusado de ser actores, impostores.

 

 

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