La violinista Silvia Crastan denuncia al mexicano Enrique Bátiz por violación

Silvia Crastan, la violinista y actriz suiza, denunció al director de orquesta Enrique Bátiz de haberla violado en un hotel de Zúrich, Suiza, en 1996.

Crastan tenía 24 años en ese momento. Tocaba en la Symphonisches Orchester Zürich, una de las orquestas más famosas del mundo. Bátiz fue invitado como director huésped por un maestro de la violinista, quien los presentó en Zúrich.

Silvia Crastan se enteró de las historias de otras mujeres que también habían sido violentadas por Enrique Bátiz, incluidos músicos de la OSEM, y decidió hacer pública su denuncia. También le escribió vía Twitter a la cuenta oficial de la orquesta y al gobernador del Estado de México, Alfredo del Mazo:

https://twitter.com/SilviaCrastan/status/959279421071896578

“Finalmente fue denunciado. Él me violó en el cuarto de un hotel de Zúrich en 1996 y también he escuchado historias terribles de otros… Es un ser humano enfermo y pervertido. Cuando lo acusé, sus abogados lo protegieron y el staff de la orquesta lo encubrió”.

https://twitter.com/SilviaCrastan/status/961586888237895680

“Quiero enfatizar que lo que pasó en el hotel de Zúrich con Bátiz es la punta del iceberg. Los problemas son mucho más complicados. La dominación masculina en la música clásica, la mentalidad de clanes en México, la admiración ciega y ‘católica’ de los ídolos”.

https://twitter.com/SilviaCrastan/status/959285048515092480

“Es hora de que sea denunciado. Me violó en un cuarto de hotel de Zúrich y mis acusaciones no fueron escuchadas. Al contrario, al embajador mexicano en Suiza (amigo de Bátiz) le pareció cool y divertido”.

De acuerdo con el testimonio de Crastan, Bátiz le pidió a su amigo que arreglara un desayuno con ella en su hotel, antes del concierto. Ella aceptó, pues se trataba de un amigo de su profesor.

Ella lo esperó en el lobby durante más de media hora. Llevaba su violín. Cuando Bátiz por fin apareció, arreglado y con un pañuelo rojo en la solapa, le propuso dejar su instrumento en la habitación antes de desayunar.

Subieron al cuarto. Bátiz cerró la puerta, la arrojó a la cama, la inmovilizó y le bajó los pantalones. Aunque ella le rogaba que no le hiciera daño, él no se detuvo. Como ella era virgen, sangró.

Ella cuenta que no acudió a la policía porque estaba traumatizada.

Enrique Bátiz se fue de Suiza al día siguiente. El profesor de Crastan no hizo nada por contactarlo. Tampoco hubo respuesta de la Orquesta Sinfónica del Estado de México, a quienes la violinista envió una carta: “Les escribí contando lo sucedido”, dice. “No hubo respuesta, nadie reaccionó”.

Ella cuenta que, semanas después, recibió una llamada del director mexicano en casa de sus padres: “Te extraño, quiero lamerte. Ven conmigo a Bulgaria y luego a mi casa en México”.

Además, semanas después del ataque, vivió las secuelas de quien ha sido víctima de abuso sexual. Tuvo problemas psicológicos, incluidos ataques de pánico, por lo que dejó de tocar en orquestas. Al final, abandonó el violín. “No podía lidiar más con directores después de lo que pasó”, cuenta.

Intentó confrontarlo cuando estuvo en México, pero no se atrevió a acercarse. También lo buscó en Facebook años después, sin éxito. Luego recibió un extraño mensaje de él en el que la llamaba “Mi ángel”: “Busco la redención”.

Enrique Bátiz fue director general de la Orquesta Sinfónica del Estado de México durante 40 años y, recientemente, fue relevado de su puesto por problemas de salud. De acuerdo con un anuncio de Marcela González, Secretaria de Cultura del Estado de México, ahora será director emérito.

“Si alguien dice ‘Hice cosas realmente malas, me arrepiento y no volverá a suceder’, entonces puedo perdonar”, dice Crastan. “Pero si alguien se sigue comportando de esa manera, una y otra vez… Es algo como Harvey Weinstein diciendo que no hizo nada. ¡Lo está haciendo! No es ‘no hacer nada’, porque estás dañando psicológicamente a otras personas”.

La violinista, modelo y actriz espera que esta vez sí haya una reacción. Y una disculpa de Enrique Bátiz: “Solo quiero sanarme, ser capaz de tocar y volver a presentarme con el violín sin tener ataques de pánico. Que no trate de evadir el daño que me ha hecho riéndose y negándolo. No quiero dañar a nadie”. (Vía: Reforma)

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