Tras años de suspensión, el estado de Oklahoma, Estados Unidos, reanudó las ejecuciones. Un hombre sentenciado a pena de muerte, vomitó y convulsionó al aplicarle la inyección letal.
Fue este jueves 28 de octubre, cuando la justicia estadounidense ejecutó John Marion Grant, de 60 años, condenado por asesinato en 1998, escribió RT.
Sin embargo, su muerte no fue por aquel crimen, sino por el asesinato de una trabajadora de la cafetería en la prisión de Oklahoma donde pagaba su condena.

El asesino fue atado a una camilla dentro de la cámara de ejecución. Entonces, recibió una inyección letal de tres drogas: midazolam (sedante), bromuro de vecuronio (paralizante), y cloruro de potasio.
El método tiene como objetivo sedar y anestesiar al condenado antes de darle muerte sin dolor, mientras está inconsciente.
Al respecto, un testigo de la ejecución contó que el recluso tuvo una reacción a una de las sustancias, por lo que vomitó y convulsionó antes de morir, según AP.

Hace seis años, la ejecución del prisionero Claytón Lockett, quien también reaccionó mal a las drogas, generó una demanda colectiva firmada por más de doce reos condenados a morir, incluido Grant.
En aquella ocasión, argumentaron que con la inyección letal de la pena de muerte se “corre el riesgo de causar dolor y sufrimiento inconstitucional”.
Oklahoma detuvo las ejecuciones en 2015, debido a una serie de problemas con el procedimiento de la inyección letal, a raíz de los 43 minutos que tardó en morir el reo Lockett en 2014.
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