La crisis separatista de Ucrania es sin duda el mayor conflicto europeo del momento y el centro de atención mediática de todo el mundo por razones obvias: la lucha por el liderazgo económico entre Oriente y Occidente se está escribiendo en una región tan pequeña como el Este de aquel país.

La historia es sencilla: el Este de Ucrania depende económicamente de Rusia por sus relaciones comerciales. En breve, Rusia abastece un gran porcentaje del gas y el petróleo que se usa en el Occidente de Europa y lo mueve casi todo a través de Ucrania y, por otro lado, Ucrania realiza diversas funciones de industrialización de recursos rusos. Rusia es una gran economía, y el Oriente de Ucrania es uno de sus satélites.

El Oeste del país es asunto aparte. Ahí las relaciones con Occidente son más fuertes que con el país que preside Putin. Recientemente, la Unión Europea ofreció un jugoso trato a Ucrania con miras a la anexión. El asunto político se puso realmente candente y culminó en una entrada militar rusa a la región de Crimea para asegurar de que al menos el territorio que les interesaba no caería en manos de sus enemigos comerciales.

La anexión de Crimea a Rusia fue posible gracias a la desintegración nacional del país. Las relaciones del Oriente con Rusia no son sólo comerciales, sino culturales. Los habitantes de esta región son de habla rusa y se consideran así mismos rusos. La anexión de Crimea a Rusia representó una ventaja económica  para la región, pero también una desventaja injusta para Ucrania en general.

Crimea no es la única región Ucraniana que ha buscado la anexión a Rusia. Todo parece indicar que en el Este del país, una epidemia separatista se ha desatado sin remedio. Este mismo domingo, la regiones de Donietsk y Luhansk organizaron de manera apresurada un referendum para sondear las intenciones separatistas de la población. El resultado: un abrumador 90% en favor de declarar su independencia y solicitar la anexión a la federación Rusa.

Putin, por su parte, ha deja muy claro que no tiene ningún interés en anexar estas otras regiones y ha llamado al gobierno Ucraniano a calmar las aguas en el Oriente del país: no vaya a ser que amanezcan si frontera Este. El presidente ruso también recomendó que en los diálogos interviniera la Organización para la Seguridad y Cooperación en Europa.

Para decirlo claramente: a Putin le bastan Crimea y el puerto de Sebastopol para mantener control comercial y militar en el mar Mediterráneo así como contar con un nexo seguro con Europa Occidental. Por otro lado, una frontera demasiado grande con la Unión Europea lo dejaría vulnerable e ineficiente. Aunque los separatistas de Donietsk tienen la misma cercanía cultural que los de Crimea, no son escuchados por Moscú por simple inconveniencia estratégica.

Así, Putin demuestra que los pretextos nacionales no significan realmente nada a la hora de compararlos con las posibilidades de ventaja comercial y militar.

Con todo, los separatistas de Donietsk y Luhansk han celebrado desde el domingo hasta este instante su separación de Ucrania y su esperanzada anexión a Rusia; celebración que Occidente ha condenado y desconocido escribiendo una página más en la historia del conflicto más fuerte en la región desde la Guerra Fría.

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Roman Lyagin, organizador del referéndum, publica los resultados.

 

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Las fuerzas de seguridad Ucraniana queman las papeletas del referendum.

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Las fuerzas de seguridad ucranianas iniciaron un tiroteo durante el referendum.

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Vía: La Jornada