Eruviel Ávila dejo el gobierno del Estado de México hace apenas un mes para cederle el cargo a Alfredo del Mazo. Al principio algunos creyeron que su nombre podía entrar al juego de los tapados y que, eventualmente, podría tener posibilidades en el juego presidencial.

Sin embargo, a Eruviel lo han bajado a zapes del carrusel de los presidenciables; lo han mandado a presidir el PRI de la CDMX, una de las entidades donde el Revolucionario Institucional tiene menos apoyo.

En la Ciudad de México el PRI es la cuarta fuerza política; lugar que podría empeorar aún más de ganar terreno electoral las candidaturas independientes. (Vía: Sin Embargo)

Desde su anuncio, la llegada de Eruviel a la CDMX ha sido interpretada de múltiples formas en redes sociales, pero casi todas coinciden en dos cosas: el tono de burla por la llegada de un político ineficiente a la CDMX y el dejo de castigo que tiene esta designación.

Ciertamente la llegada interina de Ávila tras la salida de la hija de Rosario Robles lo deja indiscutiblemente fuera de la carrera presidencial, una carrera en la que el ex gobernador mexiquense no tenía muchas posibilidades pero sí notorios deseos.

La opinión de muchos en redes afirma que el castigo que el PRI le ha puesto a Eruviel por desgracia también es un castigo para la CDMX. ¿Nosotros qué culpa tenemos?

Al final del día, la herencia de Ávila en el Estado de México es, cuando menos, desastrosa; a su paso deja un estado más violento en inseguro, donde aumentó el número de secuestros, extorsiones, robos y feminicidios. ¿Esa será su propuesta para la Ciudad de México?

Solamente en el último año de la administración de Eruviel, el Estado de México se llevó el deshonroso primer lugar nacional en robo de automóviles. (Vía: El Universal)

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