Bill Plymton, animador nominado tres veces al premio Oscar, lanzó una serie de caricaturas políticas con el nombre Trump Bites, estos hacen crítica a la figura del presidente, pero en su última entrega decidió tirarle a través de la homofobia.
Las primeras dos entregas muestran aun Trump obsesivo y al mismo tiempo pequeño, aunque con una actitud y personalidad que lo hacen ver más grande de lo que en realidad es. Desde su delirio de persecución, su megalomanía y su racismo y xenofobia son retratados a través de una animación un tanto grotesca, tal como Trump.
Sin embargo, el tercer capítulo de esta miniserie de animación terminó con la relación que existe entre Vladimir Putin y el presidente norteamericano, el que expresa una admiración un tanto exagerada, pero la forma de representarlo fue a través de una relación homosexual cliché, dotándola de un discurso homofóbico.
Antes de que comiences, Alejandro: sí, es homofóbico y, además, misógino. La idea que retrata este capítulo se apoya tanto de la misoginia y de la homofobia. Trump es representado como un homosexual con actitudes femeninas, al mismo tiempo que es visto como un sujeto débil y sin juicio frente a la figura masculina y fuerte de Putin.
This is homophobic. It is implying that being gay is an insult for both of these men. It implies that being gay would emasculate them. It implies that calling them gay together would anger them and incite reaction. This is beneath us. https://t.co/Zk95DgQOpN
— pfpicardi (@pfpicardi) July 16, 2018
Claro, el problema no está en lo que sucede, propiamente, dentro del video, sino en el discurso que maneja. De fondo se escuchan fragmentos de entrevistas y declaraciones del presidente estadounidense, donde casi alaba e idolatra la figura del mandatario ruso.
En una de ellas, explica que le gustaría ser como él, a lo que la entrevistadora le explica que Putin ha “asesinado periodistas que están en su contra”, a lo que el empresario responde que:
“Creo que nuestro país también realiza muchos asesinatos”.
Criticar estas declaraciones y la manera exacerbada en que Trump ve a Putin y la crisis humanitaria en Rusia es pertinente, es incluso necesario. Sin embargo, el animador simplemente decidió equiparar esta relación de la forma más simple y discriminatoria posible.
Dentro del contenido, vemos a un Trump débil como en los demás capítulos de la serie, pero a diferencia de los otros, aquí es débil por ser femenino, por sentir admiración por otro hombre, que es masculino, viril y fuerte; porque, claro, no puede haber demostraciones afectivas (incluso las enfermizas) entre hombres que no sea una a partir de atracción sexual.
Es peligroso equiparar la comedia a los discursos de odio. Es cierto que por mucho tiempo los humoristas han echado mano de estereotipos y clichés discriminatorios, sin embargo esto no significa que solo pueda existir a partir de ello.
Reconocer en el humor formas de dominación implícitas es reducir la comedia a un grupo y sector que, desde ese lugar, ocupa situaciones de grupos discriminados históricamente para fines simples como una crítica política a Donald Trump.
Parece que, para el animador, la homofobia es divertida y es graciosa cuando sirve a sus intereses, que en este caso es demerita a una persona que también es homófoba y misógina. Pero no: no lo es.
Con información de New York Times
