Stephen Hawking fue una de las mentes más brillantes de nuestros tiempos. Su trabajo sobre agujeros negros, la unificación de las teorías de la relatividad y la mecánica cuántica, así como la autoría de Breve historia del tiempo: Del Big Bang a los agujeros negros, el libro de ciencia más vendido de la historia, son legados que cambiaron nuestra forma de percibir el universo. Sin embargo, detrás de las aportaciones de Hawking hay una labor invisible que lo hizo posible: el trabajo doméstico y de cuidados, realizado en gran medida por su primera esposa, Jane Wilde.

Cuando tenía 22 años, Hawking fue diagnosticado con esclerosis lateral amniotrófica. Los médicos le dieron solo dos años de vida y, sin embargo, vivió otros 54. Pasó gran parte de su vida en una silla de ruedas, con el control de su cuerpo reducido al movimiento de los ojos y la flexión de uno de sus dedos, y la comunicación facilitada por un sintetizador de voz. Su esposa Jane se dedicó a atenderlo y cuidarlo a él y a sus tres hijos. “Yo era una joven muy optimista”, declaró Jane en una entrevista. “Quería dedicarme a él, hacer su vida más feliz”.

Stephen Hawking y Jane Wilde
Stephen Hawking y Jane Wilde Foto: Getty

Después de 25 años, se separaron. Y, como ella explica, no fue por falta de amor, sino por agotamiento. Él pretendía que ella se dedicara completamente al trabajo de cuidados e incluso que renunciara a dar clases de literatura española. Varias veces consideró suicidarse. Finalmente, cuando tuvieron ayuda externa, cada quién se enamoró por su lado: Stephen se fue con una de sus enfermeras y quien se convertiría en su segunda esposa, Elaine Mason, y Jane se casó con el músico y amigo de la familia, Jonathan Jones.

La relación entre Stephen Hawking y Jane Wilde es no solo un ejemplo de que, a pesar de todo, se puede seguir conviviendo pacíficamente con las exparejas y apoyar sus logros: ella declaró en 2015 que, incluso después del divorcio, ambos seguían conviviendo y haciendo cosas junto con sus hijos, además de sentirse orgullosa de él. También es una muestra de la importancia del trabajo de cuidados: sin éste, el importante trabajo del astrofísico jamás habría podido realizarse. Aun así, es invisibilizado, menospreciado y, como señala la antropóloga Marcela Lagarde, solo se nota cuando no se hace.

El trabajo de cuidados detrás del genio de Stephen Hawking
Felicity Jones, Jane Wilde, Eddie Redmayne y Stephen Hawking en la premier de La Teoría del Todo Foto: Wenn.com

Años después de su divorcio, en 2016, Stephen Hawking fue entrevistado por el infame periodista Piers Morgan. Después de las marchas alrededor del mundo con motivo del Día Internacional de la Mujer, Morgan preguntó a Hawking si el hecho de que las cinco personas más poderosas de Reino Unido fueran mujeres no era “evidencia científica” de que habíamos alcanzado la equidad de género (o sea, una prueba de que la lucha feminista es innecesaria porque ya hay mujeres en el poder, ¿de qué se quejan?). El científico respondió que no es evidencia científica lo que se necesita, sino “aceptar que las mujeres son las iguales de los hombres, o más”.

Morgan le preguntó directamente si se consideraba feminista, a lo que respondió, sin dudar, que sí. Probablemente, los años de introspección le hicieron valorar no solo el trabajo remunerado de las mujeres, sino aquel que se hace en las sombras para que sean otros quienes puedan hacer importantes descubrimientos y escribir libros que cambiarán el mundo, como el que Jane Wilde le dedicó a él durante un cuarto de siglo.