En Beirut, 31 vestidos de novia simbolizan el dolor, la aversión, el trauma de una mujer de tener que casarse con el hombre que abusa sexualmente de ella. Así lo dicta la ley, pero el arte puede se una vía para que normas anquilosadas y carentes de humanidad sean abolidas.

El Artículo 522 de la Ley libanesa establece que si un hombre viola a una mujer soltera puede no ser juzgado si se casa con la víctima. Similares disposiciones legales existen en países como Bahréin, Irak, Libia , Siria, además, la mayoría de estos países no criminalizan la violación marital. (Vía: Human Rights Watch)

En una entrevista para el Huffington Post, Alia Awada activista de la organización de Derechos Humanos ABAAD, dijo que cuando un mujer soltera es violada y su caso es llevado a los tribunales, el juez suele sugerir que la joven se case con su violador para preservar el honor de la familia. (Vía: Huffington Post)

Esta no es la primera vez que el arte asume la responsabilidad de intervenir en el contexto político, social e histórico: en el 2006, ABAAD, a través de una campaña comunitaria vía online, organizó una protesta para denunciar esa misma ley afuera de la Cámara Legislativa en Beirut. Las participantes se vistieron como novias golpeadas para denunciar que, para las víctimas de la violación, lo que viene después puede ser peor que la violación en sí misma. (Vía: CNN)

En esa ocasión, el parlamento sólo aprobó un plan para derogar el artículo 522, el próximo 15 de mayo se sabrá la resolución final.

 

Los 31 vestidos que fueron colgados en la costa de Beirut son el trabajo y búsqueda de la artista plástica libanesa Mireille Honeïn, quien en sus piezas también aborda temas sobre la búsqueda de identidad y los conflictos bélicos de su país. Honeïn ha utilizado el símbolo del vestido de novia para denunciar la violencia contra la mujer. (Vía: BBC)

En todo el mundo, el arte trata de visibilizar y humanizar a las personas encargadas de dictar la conductas, ya sea desde las instituciones religiosas o en las instituciones que imparten justicia. En todo el mundo hay personas resistiendo contra la violencia machista.

En Ecatepec, Estado de México, un grupo de mujeres estudiantes de la preparatoria “Francisco Villa 128” y el profesor y activista Manuel Amador, trabajan para encontrar, en el estar juntas, una forma de resistir al alto índice de feminicidios de esa zona del estado. “No más mujeres desaparecidas, ni feminicidios en Ecatepec” es uno de sus performances más emblemáticos, las alumnas vestidas de quinceañeras y maquilladas simulado violencia sobre sus cuerpos, representan a mujeres víctimas de feminicidios y mujeres violentadas sexualmente y desaparecidas.  

“Insistir en generar acciones para recordarle a la ciudadanía y a los servidores públicos, que esta violencia sigue existiendo y que se sigue silenciando a partir del miedo, la impunidad y  el machismo criminal. Tenemos que generar acciones que humanicen y que desde ese silencio surjan otra vez las historias que quedaron en la impunidad y en las aguas oscuras como los canales de aguas negras donde a muchas mujeres las asesinan y las arrojan fácilmente en estos espacios”, concluye Manuel Amador, quien también es coordinador de la Red Denuncia Feminicidios Estado de México. (Vía: Somos el Medio)

Para muchos artistas lo más importante es encontrar la forma en la que será expuesto el final del proceso de investigación, si es que existió dicho proceso, pero para este grupo de chicas y también para Amador, lo más importante es vivir el tiempo de construcción del performance, porque es justo en ese proceso donde ellas se encuentran como sobrevivientes, donde ellas crean las condiciones y los lazos de confianza para narrar sus miedos y el dolor de haber perdido a una amiga.

El arte puede tener la fuerza para cambiar el mundo, siempre y cuando el mundo sea tomando en cuenta como autor y performer.

 

Hebzoariba Hernández G.

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