Mango, la empresa española de “fast fashion”, ofrece en sus tiendas (tanto online como en las plazas) una línea completa que… bueno, robaron el trabajo de bordadoras y artistas indígenas.
Los bordados “tenangos” deben su nombre a la comunidad otomí donde empezó todo: Tenango, Hidalgo. Ninguno es igual al anterior no sólo porque están hechos a mano (y ya con ello cada puntada es diferente), sino porque los patrones, los animales, los colores, la distribución y los motivos de cada bordado son otros siempre.
El sweater plagiado con bordado Tenango está hasta en la tienda online. @Mango son unos sinvergüenzas pic.twitter.com/ypjGcQOu4Z
— @maluflores@mstdn.social (@maluflores) October 11, 2017
Mango, la empresa española de moda que no termina de decidirse si es “fast fashion” o una boutique de alta costura, tomó “prestada” una serie de bordados: no sólo los tenengos, también los huipiles oaxaqueños y los bordados florales de las faldas istmeñas, para decorar su colección otoño-invierno 2017.
https://twitter.com/AmanoartePuebla/status/629656818432630788
Esta no es la primera vez que una casa de “diseño” le juega al Peña Nieto con la tradición indígena: el caso de Isabel Marat y la comunidad mixe de Santa María Tlahuitoltepec, Oaxaca, en 2014, fue, quizá el más famoso porque, justamente, se trataba de alguien, una sola diseñadora (supuestamente conocida internacionalmente por su originalidad) que plagió a una comunidad entera.
Todo plagio es grave. Corporación Mango se roba bordado de de la comunidad indígena de Tenango. pic.twitter.com/pqylajbyFn
— Erandi S. (@ErandiSanF) October 11, 2017
El caso de Mango quizá sea un poco diferente, pero no deja de ser un plagio. Sin alguien que firme como responsable del diseño, sin una empresa que se haga responsable y justifique (o pida disculpas) por el plagio, ¿quién va a ser forzado a confrontar el golpe mediático?
Quizá una de las cosas que más daño le ha hecho a la tradición sartorial mexicana fue la diferencia clasista entre “arte” y “artesanía”: los artesanos no tienen “poder” sobre su obra de la misma forma que un artista y, por lo tanto, los “homenajes” e “inspiraciones” que produzca su trabajo no serán vistas por él… no al menos como las regalías y pagos que recibe un artista.
El bordado tenengo, los motivos florales de las faldas istmeñas, los huipiles oaxaqueños nacieron de una necesidad identitaria: son un trabajo tanto colaborativo como comunal aunque sea una sola la mano que lo borde.
¿Mango va a donar las ganancias o va a reconocer la “inspiración” detrás de su línea?, ¿dejaremos de jugarle al clasista diciendo que “no es necesario porque ‘es artesanía'”?