Este 9 de abril de 2020 es el Jueves Santo. De acuerdo a la tradición, fue en un día como éste en el que Jesús tuvo la última cena con sus apóstoles. A partir de este día se dio la instauración de la institución de la eucaristía y del orden sacerdotal. También se llevó acabo el lavatorio de pies.

Una de las representaciones más famosas es el cuadro de Leonardo Da Vinci, cuya historia es muy diferente a como muchos la pueden imaginar. 

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La última cena de Leonardo da Vinci es una obra maestra del Renacimiento. Un cuadro icónico que ha sido elogiado, estudiado y copiad durante más de 500 años. La pintura aún permanece en la pared del Convento de Santa Maria delle Grazie en Milán.

Da Vinci comenzó esta obra en 1495 o 1496 y lo completó alrededor de 1498. Representa la famosa escena del Jueves Santo, en la que Jesús y sus apóstoles compartieron una comida final antes de su muerte y resurrección. Durante la cena, Jesús reveló que uno de sus discípulos lo traicionaría y lo entregaría a las autoridades para su ejecución: Judas, a quien da Vinci representa como tirando la sal sobre la mesa.

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Judas (Imagen: Wikicommons)

A diferencia de los frescos tradicionales, donde los maestros del Renacimiento pintaban en paredes de yeso mojado, da Vinci experimentó con pintura al temple en una pared de yeso seca y sellada. Sin embargo, el experimento no tuvo éxito porque la pintura no se adhirió correctamente y comenzó a desprenderse tan sólo unas pocas décadas después de que se terminó el trabajo.

La historia de este cuadro nos cuenta que La Última Cena ha enfrentado muchos peligros a lo largo de los años. Cuando el Rey Luis XII de Francia invadió Milán en 1499, tuvo la tentación de cortar el mural de la pared y llevárselo a tierras galas. Luego, debido a la humedad y la descamación, la pintura se consideró totalmente arruinada a mediados del siglo XVI.

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(Imagen: Wikicommons)

En 1796, los franceses regresaron, y esta vez, representaron a la república revolucionaria francesa. Las tropas invasoras utilizaron el refectorio como base y el mural como un lugar para sacar sus sentimientos anticlericales, arrojando piedras a la pintura y sacando los ojos de los Apóstoles.

Esa no fue la única llamada cercana que tuvo la pintura. En cierto punto del siglo XVIII, las autoridades tomaron la desconcertante decisión de alojar a los prisioneros dentro del edificio dónde estaba el cuadro. En el siglo XIX, las personas bien intencionadas que intentaban restaurar el mural casi la separan del muro.

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Quizás el incidente más dramático ocurrió el 15 de agosto de 1943, cuando las fuerzas aliadas bombardearon el refectorio. Por suerte, previamente se había establecido una estructura protectora. Mientras que el resto de la iglesia se redujo en gran medida a escombros, La Última Cena se salvó.

Y si bien ha logrado subsistir hasta nuestros días, sólo pocos de los trazos originales de Da Vinci permanece. Fue hasta 1980 que se comenzó un esfuerzo de restauración de 19 años. La Última Cena fue finalmente restaurada por profesionales, pero perdió gran parte de su pintura original en el camino.

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