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Esta es la historia de una profesora dedicada y un alumno agradecido. Difícilmente sería noticia de no ser porque el alumno es unas de las personas más poderosas del planeta, Valdimir Putin, presidente del país más extenso del globo, Rusia. Sí: Putin acaba de heredar un pequeño departamento en el centro de Tel Aviv, capital de Israel, de parte de su difunta maestra, pero esta nota es mucho más que sobre un testamento.

Mina Yuditskaya Berliner y Vladimir Putin se conocieron en los sesenta, cuando ella le enseñó alemán al joven estudiante de bachillerato. Los profesores nunca saben cómo será utilizado el conocimiento que otorgan a sus alumnos. ¿Podría sospechar Berliner que su alumno, cincuenta años más tarde, hablaría en fluido alemán con Angela Merkel, mandataria alemana?

“Ya ve, ahora soy calvo”, dijo Putin tras no ver a su profesora de alemán en 40 años

Berliner le dio clases alemán a Putin de 1967 a 1968 en San Petersburgo. En 1973 ella migraría a Tel Aviv para cumplir con la aliá o ‘ascensión’, en hebreo, como denominan a la nacionalización de los judíos que recién llegan a Israel.  (Vía: Excélsior)

Por supuesto, maestra y alumno se perdieron la pista, hasta que en 2005 Putin visitó Israel. Al enterarse de que su ex alumno, ahora convertido en presidente, visitaría su país, Berliner se contactó con la embajada rusa. El reencuentro ocurrió en una reunión a la que asistió Putin con veteranos de la Segunda Guerra Mundial.

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Berliner en los tiempos en que enseñó alemán a Putin

Tras el acto oficial, Berliner y Putin tomaron té en privado; incluso Berliner tuvo la oportunidad de conocer al entonces presidente israelí, Moshe Katsav; y el presidente de Israel preguntó a Berliner si Putin fue buen alumno. Ella declaró posteriormente que, a la hora del té, Putin rompió el hielo diciendo: “Ya ve, ahora soy calvo”. No se habían visto en casi 40 años. (Vía: The Times of Israel)

Aunque ahí pudo haber terminado el reencuentro, Berliner empezó a recibir regalos, desde una biografía de Putin hasta un reloj. Pronto, un empleado de la embajada de Rusia en Israel visitó a Berliner para llevarla a ver departamentos en Tel Aviv.

Les dije que todo lo que necesitaba era un piso que estuviera cerca de la estación de autobús, el mercado y la clínica de salud“, declaró Mina Yuditskaya.

Con esas condiciones, le ofrecieron dos departamentos; uno sumamento lujoso, en la famosa calle Shenkin, cuyo ambiente y ubicación bien podría recordarnos Polanco o La Condesa. El otro departmento, de una habitación, se encontraba en el centro de Tel Aviv y cumplía con las peticiones de la profesora de alemán.

Ahora que Berliner falleció, la embajada rusa se hizo cargo de los gastos del sepelio. Oficialmente, Putin acaba de heredar un departamento en Tel Aviv de parte de su antigua profesora. Muchos medios, de hecho, lo han comunicado de esa forma. Sin embargo acaso sea más justo decir que ella devolvió el departamento, como lo dejó por escrito antes de fallecer. (Vía: Jerusalem Post)

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Berliner en su departamento de Tel Aviv

Las enseñanzas son impredecibles; ¿qué habría cambiado si Putin hubiera optado por otro idioma en bachillerato? El mandatario es famoso por hablar alemán a la perfección. Incluso, la fluidez con que maneja esa idioma le ha permitido mantener una beligerante y ríspida amistad con Angela Merkel; aunque son frecuentes los conflictos entre ambos, se respetan por el conocimiento que tiene el uno del idioma materno del otro. (Vía: Quora)

Por supuesto, esta historia no borra ni debe suprimir todos los reparos que tienen los detractores de Putin. Un solo acto bondadoso no lo redime de su actuar político. Ni siquiera los admiradores de Putin verán reforzada su opinión. Difícilmente esta historia podría causar semejante impacto.

Sin embargo, esta anécdota sí pone de relieve la bondad contradictoria que pueden tener las personas. Y, sobre todo, subraya el papel crucial e impredecible que puede tener un profesor o una profesora en la vida de sus alumnos: enseñar es mucho más que dar clases.

 

 


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