Actualización 10 de octubre: El conflicto entre Trump y los jugadores que protestan el racismo institucional durante el himno ha desnudado, en gran medida, el racismo del presidente de los Estados Unidos. También ha transparentado que toda la estrategia no es más que un distractor de todos los problemas que enfrenta su administración.
Donald Trump is a white supremacist who has largely surrounded himself w/ other white supremacists.
— Jemele Hill (@jemelehill) September 11, 2017
Bueno… es Trump y quizá está legítimamente distraído en este conflicto sin salida mientras su gobierno se cae a pedazos. El punto es que, sumándole el movimiento publicitario que realizó su vicepresidente y su diarrea verbal en Twitter, estamos, todos, hablando de la NFL y no del peligro latente de una guerra nuclear con Corea del Norte.
Esta vez, mientras sigue amenazando a la NFL, a los equipos, a sus dueños y no se ha dirigido en ningún momento a los jugadores que protestan (porque ¡qué va a decirles a unos “hijos de puta”… sus palabras), golpeó vía un tuit, también, a Jamele Hill, periodista deportiva de ESPN que ya en otra ocasión había lanzado tuits contra Trump. (Vía: New York Times)
With Jemele Hill at the mike, it is no wonder ESPN ratings have "tanked," in fact, tanked so badly it is the talk of the industry!
— Donald J. Trump (@realDonaldTrump) October 10, 2017
Hill criticó la respuesta del dueño de los Vaqueros de Dallas y los Delfines de Miami, pues ha decidido seguir los comentarios racistas y fascistas de Trump de cortar la libertad de expresión de sus jugadores. Eso fue suficiente para el ataque de Trump… porque cuando se es un chamaco inmaduro, todo es un ataque personal. (Vía: Expansión CNN)
Jerry Jones also has created a problem for his players, specifically the black ones. If they don't kneel, some will see them as sellouts.
— Jemele Hill (@jemelehill) October 9, 2017
ESPN suspendió por dos semanas a Hill… otra vez, mientras que la Casa Blanca sigue sin encontrar la forma de detener la diarrea tuitera de quien ocupa la Oficina Oval.
En una de esas, Trump prohibe el futbol americano definitivamente porque no lo aplauden… ¡¿con qué comeremos alitas, entonces?!
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El fin de semana, mientras que Puerto Rico se quedaba sin electricidad, Donald Trump comenzó una pelea con la NFL, con Lebron James y la NBA y, en general, con todo el mundo de los deportes en Estados Unidos, como siempre con él, porque sí.
Sarah Sanders can't answer to Tump's NFL race baiting. @SHSanders45, @realDonaldTrump stepped in a huge pile & you & he can't scrape it off.
— @Robinlkd ?? (@Robinlkd) September 25, 2017
En un rally electoral para el candidato republicano al Senado en Alabama y, como siempre en sus “discursos”, luego de una serie de pensamientos aleatorios al hilo, Trump empezó a hablar de futbol (americano, claro), quejándose de cómo, ahora, los árbitros marcan amonestaciones por golpes que antes no importaban y, de la nada, empezó a hablar de los jugadores que se hincan durante el himno para protestar el racismo y la violencia policiaca que afectada desproporcionadamente a la comunidad afroamericana y latina en Estados Unidos.
“No les encantaría que alguno de esos dueños de la NFL, cuando alguien le falte el respeto a nuestra bandera, que digan ‘¡saquen a ese hijo de perra del campo ahora mismo! ¡Fuera! ¡Está despedido, está despedido!‘” (Vía: The Guardian)
No se contuvo con eso, a lo largo del fin de semana, conforme más y más equipos (y dueños) se sumaban a las protestas que iniciara Colin Kaepernick a mediados del año pasado, los tuits del presidente comenzaron a leerse como una defensa casi visceral: se estaba defendiendo a sí mismo de ataques injustificados. (Vía: Vox)
Great solidarity for our National Anthem and for our Country. Standing with locked arms is good, kneeling is not acceptable. Bad ratings!
— Donald J. Trump (@realDonaldTrump) September 24, 2017
Sus comentarios y sus tuits, esta vez, definitivamente se desnudaron de cualquier discreción: abiertamente le estaba hablando a su base sobre “nosotros” y “ellos”, el hecho de que su base sea principalmente blanca y los que protestan mayoritariamente de color establece una oposición clara, en la que no importa qué pidan o qué reclamen “ellos”, sino, simplemente, que sean “ellos”.
“¿Saben qué está dañando el juego más que eso [los árbitros]? Cuando gente como ustedes prenden la televisión y observan a esa gente hincándose cuando están interpretando nuestro gran himno nacional” (Vía: The Guardian)
Poco importa la larga tradición de protesta de los deportistas afroamericanos, la libertad de expresión que tanto insisten en defender en el partido republicano y los derechos de los mismos jugadores…
https://youtu.be/o6FaVrW2leo
Trump sigue enfrentándose a números de aprobación cada vez más bajos: desde junio ya había roto el récord por la mayor desaprobación de un presidente en su primer año de gobierno. Sigue utilizando Twitter como un megáfono para su racismo, misoginia y xenofobia y, en él, alimenta a su base y a su ego, creyendo (de verdad creyendo) que lo que ha hecho en la Casa Blanca no tiene comparación, que el país está mejor que nunca y que es en verdad amado por todo mundo, excepto, claro, los que protestan contra él, las “fake news” y todo quien no sea un hombre heterosexual blanco con dinero.
https://youtu.be/uEgrZxDmj18
Sin embargo, a pesar de su egolatría parece ser que, de vez en vez, tiene momentos de claridad: la estrategia que sigue para distraer a los medios de la investigación de Rusia en su campaña electoral del 2016 y la creciente crisis nuclear con Corea del Norte está rindiendo frutos.
Ahora, con aún más enemigos que hace unos días, Trump está a nada de sólo tener a su familia (y a quienes les firma los cheques) como apoyo… antes, claro, de que empiecen las acusaciones del FBI.