Bauman
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“¿Acaso la modernidad no fue desde el principio un “proceso de licuefacción”? ¿Acaso “derretir los sólidos” no fue siempre su principal pasatiempo y su mayor logro? En otras palabras, ¿acaso la modernidad no ha sido “fluida” desde el principio?”

Z. Bauman, Modernidad líquida.

 

Desde sus inicios el objeto de la sociología ha sido el análisis de las sociedades modernas, prácticamente todas sus tradiciones de investigación han generado un relato sobre la modernidad, algunas desde un enfoque explicativo que busca describir las formas en que está constituida la sociedad moderna, y otras desde un enfoque crítico que analiza las consecuencias y las problemáticas surgidas de la modernidad como forma de organización social, política y económica. Pensemos en los llamados clásicos de la sociología: Marx, Durkheim y Weber, los cuales responden a un mismo paradigma asociado al concepto de “trabajo”, pero, en donde cada uno nos ofrece un diagnóstico y un enfoque distinto de las formas en que se constituye la sociedad moderna.

En ese sentido, gran parte de los modelos sociológicos hasta nuestros días están asociados a la categoría de “trabajo” como punto de partida para interpretar y explicar las formas en que se constituye el orden social, es decir, se parte del principio de que el capitalismo como forma de organización económica ha permeado prácticamente todos los ámbitos de la sociedad que ya no solo tienen que ver con cuestiones como la división social del trabajo, sino también con cuestiones políticas e incluso hasta culturales. No obstante, aunque el paradigma del “trabajo” sigue siendo un instrumento de observación importante,  ya no representa el principal punto de partida de las teorías sociológicas contemporáneas más robustas, las cuales transitaron hacia el paradigma de la comunicación como elemento central del análisis de lo social, para decirlo de otra forma, se pasó de analizar y explicar la constitución de la sociedad a partir de su relación con el sistema capitalista a analizar lo social a partir de los plexos u operaciones de información generada tanto en las interacciones, como en los grandes sistemas, piénsese en Luhmann, Habermas, Giddens o Beck.

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Aunque la propuesta sociológica de Zygmunt Bauman se encuentra al margen de estos nuevos modelos cuyo enfoque es la comunicación y la información, no dejan de ser relevantes e interesantes sus observaciones sobre la sociedad contemporánea. En ese sentido, la propuesta teórica de Bauman descansa en una reformulación de principios de la sociología clásica, con la finalidad de generar descripciones y explicaciones respecto de las formas de organización social en la actualidad.

De tal forma, para Bauman la sociedad de nuestros días ya no puede categorizarse a partir del concepto de modernidad, debido a que hemos transitado a otras configuraciones de la sociedad, la política, la economía y por supuesto la tecnología que han modificado las formas de interacción y de estructuración social, de ahí que la categoría más adecuada para definir nuestra temporalidad sea la de posmodernidad. A partir de esta temporalización en términos de procesos sociales de interacción y estructuración es posible dar sentido a la metáfora de lo líquido y lo sólido para explicar no solo la transformación en el espacio y en el tiempo de lo social, sino también para explicar los procesos de constitución de la misma modernidad.

La solidez para Bauman representa una paradoja en sí misma ya que las formas de organización previas a la modernidad eran altamente sólidas, pero, la modernidad a pesar de ser un proceso de fluidez en sí mismo tuvo que solidificarse para consolidarse en el espacio y en el tiempo. La solidez por tanto representa lo duradero, lo homogéneo o para decirlo de otra forma, lo altamente estructurado, pensemos en la religión o en la sociedad feudal y sus estamentos rígidos e inamovibles, esos son los sólidos que en un momento dado derrocó la modernidad.

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Pero decíamos siguiendo a Bauman que la sociedad moderna se solidificó a lo largo de su constitución como forma de organización dominante, esto quiere decir que también construyó una idea del tiempo y el espacio como inamovibles, ahí está Hegel y su noción del fin de la historia, o el ideal de progreso del positivismo que si bien habla de transformación, esta tiene una direccionalidad lineal y, además es entendida como un proceso acumulativo. En términos productivos, tanto la producción como el consumo reflejaba esa solidez, ya que se fabricaban productos que si bien se encontraban reificados, tal como señalaba Marx, estos tenían características que apuntaban a la durabilidad en el tiempo, pero más allá de las mercancías, la modernidad generó símbolos, tales como el acera, para proyectar esa noción de solidez.

Lo líquido por el contrario no define a esa modernidad sino al periodo posterior que ha sido nombrado como modernidad tardía, transmodernidad o posmodernidad, categoría que como habíamos dicho, era la utilizada por Bauman. Este periodo espacio-temporal diluye todo los sólidos que había construido la modernidad, lo perdurable aquí ya no es lo central, sino que ahora es lo agotable y lo efímero, para decirlo con Lipovetsky, ya que esta sociedad ya no está enfocada en la producción de bienes perdurables, sino en el consumo desenfrenado de mercancías, conocido como consumismo.

El consumismo define a la sociedad líquida, este a diferencia del consumo que no es otra cosa que la satisfacción de necesidades vitales y necesarias, es una forma de consumo de mercancías que no son necesarias para reproducir nuestra existencia. Aquí, Bauman hace uso de la arquitectura conceptual del marxismo retomando los conceptos de fetichización y de reificación de la mercancía para explicar el consumismo en la sociedad líquida posmoderna, llevando al extremo las observaciones formuladas por Marx relacionadas a las llamadas “necesidades creadas” por el sistema capitalista, las cuales no son otra cosa que necesidades generadas y proyectadas por el sistema para la reproducción del propio sistema, es decir, que el capitalismo no solo necesita que sea consumido lo que se produce, sino que también el sistema se expande en términos de la cantidad de productos ofertados los cuales de una u otra forma también deben de ser consumidos en el mercado para sobrevivir.

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La modernidad líquida en ese sentido, opera a base de los deseos, los cuales tienen un referente en algún objeto de consumo, para Bauman el problema es que en una sociedad como la nuestra el deseo no es saciado con la posesión y el uso, sino que se disuelve en el momento mismo de saciar el deseo, es decir, en el momento mismo de consumirlo. El problema radica en que al diluirse el deseo en el momento mismo del consumo o de la obtención de la mercancía es más fácil que el sistema proyecte un nuevo deseo hacia el sujeto, de ahí que la durabilidad misma de las mercancías ya no sea un elemento central en el mundo líquido, sino que ahora sea lo desechable asociado a la innovación y a la transformación de los productos, pensemos en los productos tecnológicos como ejemplo de todo esto.

Finalmente, todas estas dinámicas transforman las formas de interacción social, las cuales para Bauman caen en los mismos procesos de liquidez. Las relaciones sociales para el autor ya no descansan en la durabilidad sino que operan con base en lo efímero, en lo impersonal y en lo tipificado. En ese sentido, la modernidad líquida transformó también lo que Schütz denominaba “mundo de la vida cotidiana” lo cual refiere al espacio social en donde se llevan a cabo relaciones e interacciones sociales de orden intersubjetivo, para decirlo de manera más concreta, la posmodernidad ha generado nuevos espacios de interacción que ya no necesariamente necesitan de la solidez de la interacción “cara a cara”, el gran ejemplo de esto son las redes sociales en donde aparecen no solo interrelaciones distintas, sino también formas diferenciadas en términos de personalidad y comportamiento de una misma persona.

Si bien, el enfoque de Bauman no nos ofrece un marco general para observar lo social, sí nos provee de explicaciones de algunas dinámicas sociales que están ocurriendo en el mundo. Esto nos es útil para comprender las formas de consumo en la que nos vemos envueltos en las sociedades capitalistas y, a partir de su comprensión y explicación, es posible observar las implicaciones que tiene en las nuevas formas en que interactuamos en sociedad producto de las nuevas tecnologías.

Véase: Zygmunt Bauman, Modernidad Líquida.

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