CDMX

Grietas emocionales luego del sismo: para aguantar hay que sentir-nos

Han pasado cinco días desde que vimos edificios colapsados, personas corriendo por fugas de gas y supimos de amigos que abandonaron sus hogares por los daños en sus edificios; voluntarios...

Necesitamos, ahora, qué hacer con nuestro miedo

Han pasado cinco días desde que vimos edificios colapsados, personas corriendo por fugas de gas y supimos de amigos que abandonaron sus hogares por los daños en sus edificios; voluntarios han asistido a las zonas más afectadas y han colaborado en las labores de rescate, ya fuera levantado escombros o preparando alimentos, pero, ¿cómo nos sentimos?

Después de cinco días, el cansancio físico y emocional es evidente. Ayer, quienes vivimos en la CDMX y Oaxaca de nueva cuenta fuimos invadidos por el miedo y la paranoia después de la réplica de 6.1 grados Richter con epicentro en Ixtepec.

Necesitamos saber qué hacer con nuestro miedo para poder descansar, comer, reír y tener fuerzas para seguir ayudando.

Podemos comenzara por preguntar a nuestros amigos y amigas sobre los episodios en los que han resistido y han salido adelante, abrazarnos, compartir palabras de aliento, darnos el tiempo de recuperar nuestra fuerza compartiendo un café o una cerveza.

“Es importante tener en cuenta que nadie es pasivo en momentos difíciles. Y que las
respuestas que están tomando vienen de un saber previo”, escribe Alfonso Díaz del colectivo Prácticas Narrativas.

Alfonso plantea preguntas que podemos compartir con nuestras nuevas familias, esas que se hicieron en los albergues, en las brigadas, en los espacios de reconstrucción: 

-¿Qué es lo que el dolor (tristeza, miedo, enojo o demás) nos dice sobre lo que
fue trasgredido con el sismo?
-¿Qué nos dice el miedo sobre lo que fue trasgredido o que no está presente
en tu vida?

Si quieres consultar la guía completa da click aquí.

Además del miedo, ¿qué otros estados o sensaciones vivimos en estos momentos?

 

Opciones desde la psicología

El investigador y académico de la facultad de Psicología de la UNAM, Benjamín Domínguez comentó que posiblemente la ansiedad, el sobresalto repentino y la irritabilidad, “nos duren hasta tres meses y desaparezcan sin ninguna intervención o medicamento”.  (Vía: Expansión)

Por otro lado, Plumas Atómicas contactó a uno de los centros de atención psicológica coordinado por la Asociación de Egresados de Psicología de la Universidad Iberoamericana (UIA), el psicólogo que atendió nuestra llamada nos explicó que las consultas que han recibido están relacionadas con el momento de la emergencia:

Todavía no se puede hablar de algún trauma, para eso se requiere por diagnóstico más de 10 días. [Las llamadas que recibimos] tienen que ver con momentos de crisis, con episodios de ansiedad, de tristeza, de enojo, de angustia, de incertidumbre, pero no podemos hablar de cuadros de diagnóstico, sino de esos momentos de crisis“.

Nos expresó que las llamadas que reciben aumentan sobre todo en la mañana y en la noche.

El psicólogo de la UIA nos explicó que al momento de recibir una llamada “no hay respuestas prefabricadas”.

La atención que brindan es en función de la persona que está llamando por lo que ellos tratan de acompañar el proceso de la persona; en ese mismo momento, el experto hace una evaluación para saber si basta con la llamada que se realizó, o bien, se canaliza al paciente a alguna institución.

El psicólogo que nos atendió nos pidió de favor no colocar su nombre y darle prioridad al centro de atención, al cual puedes llamar las 24 horas. 

Llamamos a la línea psicológica de la UNAM, en donde nos explicaron que gran parte de las llamadas que han recibido también se deben a crisis nerviosas y ansiedad.

La psicóloga Gema Martínez nos explicó que es probable que después de 6 meses algunas personas sufran de ‘estrés postraumático’ por el que aumente la ansiedad, estrés o que perciban sonidos similares a la alerta sísmica e incluso movimientos sin que estos sean reales, pero nos aclaró que tampoco puede afirmarse esta situación.

Nos recomendó abstenernos de ver imágenes o alimentar nuestra angustia con escenas de los edificios colapsados transmitidas por medios de comunicación.

También recomendó expresar con nuestros amigos o familiares cómo nos sentimos y no propiamente la historia de dónde estábamos o qué hicimos.

Además, esta línea también puede canalizar a brigadas de psicólogos a albergues o zonas que requieran apoyo psicológico personalizado.

El sismo también agrietó nuestras emociones pero también movilizó nuestras acciones para abrazar a quienes incluso no conocíamos, apoyar a quienes viven a kilómetros de nosotros y como escribió Villoro hace unos días:

“Tienes miedo.
Tienes el valor de tener miedo.
No sabes qué hacer,
pero haces algo.” (Vía: Reforma)


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