En abril, en la república de Chechenia (una de las 21 entidades parcialmente autónomas que forman parte de la Confederación Rusa) ocurrió algo entre genocidio, crímenes de odio y violencia desatada: más de 100 hombres homosexuales y bisexuales fueron arrestados, encarcelados, torturados y, por lo menos 27, asesinados por autoridades locales. El periódico ruso Novaya Gazeta ha publicado los nombres los que murieron, pero deja abierta la posibilidad de que hayan sido mucho más de 27.
En abril pasado, se rumoró (sin confirmación más que fuentes anónimas dentro del Ministerio del Interior ruso) que a mediados de mes fueron perseguidos y arrestados sin cago alguno más de 100 personas sin otra cosa en común más que su preferencia sexual. (Vía: Attitude)
Se acaba el #worldpride2017 sigue la lucha. Lean, lean este texto sobre la situación en Chechenia. #LGBTI https://t.co/FzSU6DIAHk
— Jaume Ripoll Vaquer (@JaumeRV) July 7, 2017
No sólo en Chechenia, sino en toda Rusia hay una atmósfera homófoba (y lesbófoba, bífoba y tránsfoba, como siempre, la ignorancia y el odio no viajan solos) que ha sido alentada desde hace casi 20 años por Vladimir Putin y la maquinaria estatal completa del Kremlin: desde la criminalización abierta de la homosexualidad hasta los ataques de “menor intensidad”, como los crímenes de odio que una y otra vez quedan impunes.
Chechenia, pequeña república autónoma al sur de Rusia, es gobernada por Ramzan Kadyrov, el caudillo local (hijo del último presidente electo democráticamente) y hombre fuerte de Putin en la región, es visto por muchos como uno de los principales promotores de una ola de violencia homofóbica que ha dado, por lo menos, una demanda ante las Naciones Unidas por crímenes de odio.
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En una declaración oficial del vocero de Kadyrov, la reunión, tortura y asesinato del centenar de personas no existió, porque “no hay homosexuales en Chechenia”. Así. Simple. (Vía: Independent)
Según Rachel Denber, subdirectora de Human’s Right Watch para Europa y Asia Central,
Lo que está pasando en estos momentos en Chechenia es que la policía está reuniendo a hombres que o son gay o se sospecha que lo sean en centros informales de detención y los están golpeando, torturándolos para que ‘escupan’ información sobre sus contactos y amistades que también podrían ser gay. En algunas ocasiones, son devueltos después de unos cuantos días o incluso semanas a sus familias. En otras ocasiones, las autoridades los humillan al decir: “Ahí está su esposo”, o “ahí tiene a su hijo. Es gay, haga con él lo que tenga que hacer.” El mensaje detrás, en una sociedad tan conservadora como la chechena, es que ser gay es una mancha en el honor de la familia. Es una mancha que tiene que limpiar, pues contamina al clan familiar, y esto puede dar la justificación de un ‘asesinato por honor’.” (Vía: Vox)
La región chechena había sido altamente inestable desde la caída de la Unión Soviética: tras la caída de la URSS, varios grupos regionales buscaron la independencia de la república, lo que desató un conflicto regional y religioso que fue confrontado directamente por el Kremlin.
La llegada de Kadyrov y su muerte a manos de independentistas, fueron un último golpe en una región que, si bien se ha estabilizado con la llegada de de Ramzan, el costo en la vida de cotidiana del millón y medio de chechenos ha sido altísimo: las minorías religiosas, étnicas y sexuales han visto reducidos o definitivamente cancelados sus derechos, las mujeres sufren violencia grave cada día y los extremos a los que ha llegado el régimen de Kadyrov son extremos incluso para Vladimir Putin. (Vía: The Guardian)
Sin embargo, pareciera, el Kremlin está dispuesto a voltear la mirada en estos “detalles” siempre y cuando haya alguien que, con puño de hierro y fotos de pollitos (sí, en serio, chequen su Instagram), mantenga el control de la región. Aún cuando 27, 100 o más de mil personas mueran sólo por su preferencia sexual.