Diez de las fuentes más emblemáticas de Zurich se tiñeron de rojo esta semana como parte de una protesta contra el “impuesto rosa” o “pink tax”, que castiga todos los productos de higiene femenina con un 8% de IVA en Suiza.

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El grupo de mujeres Aktivistin.ch impulsó esta medida bajo el hashtag #HAPPYTOBLEED (felices de sangrar), para volver a poner sobre la mesa un debate que parece “incomodar” a la sociedad y que enriquece a las grandes corporaciones dedicadas a la venta de productos para el cuidado femenino. Para el grupo, es fundamental que la sociedad hable del cuerpo y de la menstruación con naturalidad.

Carmen Schoder, portavoz de Aktivistin señala que una mujer menstrúa alrededor de 244 veces en toda su vida. No obstante, productos como tampones, compresas, toallas femeninas, desodorantes, shampoo, entre otros artículos, están dentro de lo que se entiende como productos de lujo en Suiza:

“Los tampones son considerados como producto de lujo (…) Nosotras no lo vemos así, no son un lujo, sino una necesidad diaria básica para una adecuada higiene de las mujeres”, afirmó Schoder, (Vía El mundo).

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El argumento de las activistas suizas es que las mujeres son víctimas de una discriminación económica. La raíz de esta medida, señalan, viene del tabú hacia la menstruación que persiste en muchas sociedades; muchas mujeres se avergüenzan de pedir un tampón e incluso hay culturas donde a quienes están menstruando, las apartan de su comunidad: “Se trata (a la menstruación) como algo sucio, extraño y poco natural”  (Vía El mundo).

El impuesto rosa no es exclusivo de este país europeo, muchas mujeres alrededor del mundo pagan más por los artículos de aseo que los hombres: en Estados Unidos la diferencia es de  13%, mientras que en Argentina es 25%.

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