Es innegable que Cuba y su régimen son un resquicio de lo que fue el siglo pasado, específicamente de lo que fue el periodo de la Guerra Fría. Para muchos, la cuba socialista representa, en palabras de F. Furet, “el pasado de una ilusión”, es decir, ven a la revolución cubana como la nostalgia de lo que no pudo ser pero se aferra a seguir siendo ; mientras que para otros representa una de las más cruentas dictaduras del siglo pasado, así como la prueba del fracaso del llamado socialismo real.
Lo mismo sucede con el papel de Estados Unidos en ese periodo, muchos aplaudieron el bloqueo contra la isla, así como sus principales actos de hostigamiento e intervencionismo para derrocar el régimen, en realidad evidenciando la paradoja de la libertad impuesta por la fuerza. Para otros en cambio, fue una medida que además de inservible y poco humanitaria, también confirmaba las hipótesis sobre la vocación imperialista estadounidense, hay que decirlo, el bloqueo estadounidense solo exacerbaba los sentimientos revolucionarios, ya que Cuba era visto como la gran nación en resistencia.
Estos posicionamientos inconmensurables respecto a Cuba y los Estados Unidos son producto del radicalismo ideológico, por tanto aportan poco al análisis de dicha relación debido a que no hay una distancia sana respecto del objeto. Ese distanciamiento nos permite observar las distintas problemáticas que convergen en esa relación, por tanto eso nos permitiría aceptar por ejemplo que el régimen cubano es una dictadura, pero también que los Estados Unidos son una nación profundamente imperialista e intervencionista.
Sin embargo, hace unos años vimos que ambos países tuvieron la voluntad de acercarse para restablecer sus relaciones diplomáticas. Vimos del lado del régimen cubano una transición hacia una relativa apertura comercial desde que Raúl Castro sucedió a su hermano Fidel en la dirigencia del país, mientras que del lado de Estados Unidos, bajo el mandato de Obama, impulsó un giro de tuerca en la relación con Cuba buscando restablecer los vínculos tanto diplomáticos como económicos, es decir, vimos un cambio sin precedentes, ya que las relaciones entre ambas naciones se encontraban congeladas desde la década de los sesenta del siglo pasado, de tal manera, podríamos decir que la Guerra Fría entre esos países terminó cuando Obama hizo una visita oficial a Cuba, siendo el primer presidente estadounidense en hacerlo desde la revolución cubana.
Sin embargo, parece ser que todos estos avances se irán a la basura, el ahora presidente de los Estados Unidos, Donald Trump, característico por tener una mentalidad del pasado, ha anunciado que echará por la borda todos los avances logrados por la administración anterior y endurecerá de nuevo las políticas de aislamiento de Cuba. Fuentes cercanas a su gobierno han señalado que Trump hará en los próximos días un anuncio en Miami, Florida, en donde dará a conocer las nuevas directrices de su administración respecto de la relación con Cuba.
Lo que vemos no es solo un retroceso en el mejoramiento de las relaciones entre ambos países, sino que comprueba la hipótesis respecto de la mentalidad retrógrada del presidente Trump. Esa mentalidad del pasado se ve reflejada en sus anticuados planes económicos, comerciales, políticos, migratorios y diplomáticos; Trump está llevando a su país de manera deliberada al aislacionismo, no podíamos esperar una posición distinta hacia Cuba, si de hecho su gobierno le ha vuelto la espalda a sus propios aliados, solo hay que ver como ha tratado a los miembros de la OTAN.
Si Cuba, como decíamos, es un resquicio del siglo pasado que a pasos de bebé busca llevar su sistema económico hacia un modelo más mixto, Estados Unidos busca regresar a un mundo como el de la Guerra Fría. Es erróneo promover e impulsar el aislamiento de Cuba, ya que eso solo va producir que esa cruenta dictadura se afiance y fortalezca cada vez más, tal como lo hizo durante la segunda mitad del siglo XX, solo a través de la apertura será que los dogmas ideológicos se desvanecerán, ya que en un mundo abierto a distintos tipos de información y a diversas formas de vida no cabe el pensamiento único, que ha sido lo que se ha impuesto en Cuba durante el socialismo. (Vía: Excelsior)