Es cuando menos raro sino utópico encontrar cine mexicano que pueda conjugar con astucia la risa y la profundidad. Nuestro cine parece evitar a toda costa las medias tintas: pasamos de la carcajada más bien burda, al desconsuelo ultrarrealista. De ahí que sea de agradecerse y celebrarse la aparición de cintas que, sin ser exactamente tragicómicas, pueden apelar a la burla y a la crítica. Almacenados es la más reciente muestra de que esta clase de cine no sólo existe sino que además debería reproducirse.

De confección minimalista, Almacenados es una farsa beckettiana: un joven encuentra un empleo como ayudante de almacén en una empresa dedicada a la manufactura de tubos de aluminio, concretamente astas y mástiles. Sin embargo no tarda en descubrir que apenas es reemplazo de una anciano que tras décadas de servicio habrá de despedirse del empleo con las manos vacías.

Almacenados, una fábula claustrofóbica sobre las condiciones laborales en México

Cercana a la crueldad cotidiana y al absurdo existencial, Almacenados es, en primera instancia, una despiadada alegoría de la precariedad laboral de nuestros tiempos, donde nadie tiene oportunidad de crecer, donde la burocracia es una filosofía capaz de inmiscuirse en los más pequeños recovecos de la rutina laboral. En otro país Almacenados no pasaría de ser un ejercicio de distopía minúscula; en México, donde la magra oferta laboral es una condena para la juventud, la carga alegórica del film nueve a la reflexión y el pasmo en al misma medida en que mueve a la risa.

Sin embargo la risa que provoca Almacenados es una risa desencantada, pesimista. Sin ser realista, el film de Jack Zaga Kababie subraya a la perfección el devenir de dos generaciones asfixiadas por la ausencia de oportunidades y al precariedad económica. Si el trasfondo es estremecedor, no menos inquietante es la ejecución: dos actores y un solo escenario son más que suficientes para construir un ambiente propio, tan rítmico como preciso donde incluso las hormigas tienen un propósito. En Almacenados las epifanías asaltan desde las esquinas menos sospechadas.

Un joven debe reemplazar a un anciano y éste, a su vez, siente que el tiempo señalado es muy corto para enseñar los devenir de un oficio que se define en el estoicismo y la espera. Sin embargo, no es el típico filme sobre el joven entusiasta que renueva las esperanzas de un anciano frustrado. Galardonada con el Premio del Público del Festival Internacional de Cine de Morelia, Almacenados apunta, desde la fábula claustrofóbica, a interacciones más complejas entre los anhelos y los desengaños.    

 

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Almacenados llega a salas este 12 de mayo y Plumas Atómicas le recomienda ampliamente que acudan a verla.

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