METODOLOGÍA
¿Cómo mapeamos la postura política en WadaFACT?
En Plumas Atómicas pensamos que las columnas de opinión política son un espacio vital de análisis de los problemas más urgentes de nuestro país.
Sin embargo, los lectores hemos depositado una confianza casi ciega en los columnistas más relevantes, pensamos que su voz y su trayectoria son garantía de veracidad y olvidamos que eso que los medios han llamado “Sección de opinión” tiene fronteras muy difusas entre aquello que se dice, y aquello que es verdad.
No se puede obviar tampoco que la columna de opinión es un espacio de influencia en los medios. Los columnistas son las caras de un periódico y son citados también en otros medios como la radio. Así, como todo espacio de influencia discursiva, es también depositario de jugosas pautas gubernamentales.
Es este complejo panorama lo que nos llevó a hacer un análisis que nos diera luz sobre qué temas están tratando nuestros columnistas, cuál es la posición política vertida en sus columnas y cuánta verosimilitud hay en los datos que usan para apoyar los argumentos de sus opiniones (si es que los dan).
Así de simple pero así de laborioso.
¿Cómo medir la posición política expresada en una columna?
No podemos demostrar que la posición política que encontramos en un espacio específico, el de una columna, sea la misma que los columnistas tienen en todos sus proyectos o, ya no se diga, en su esfera personal.
Nosotros nos propusimos encontrar la posición política que expresan únicamente en sus columnas, pero no todo es tan fácil como decir que alguien es de izquierdas o derechas. De hecho, esa dicotomía dejó de ser funcional hace décadas.
Izquierda y derecha no son suficientes
Fundador del partido libertario en Estados Unidos y profesor de la universidad, David Nolan sabía que necesitábamos ser más específicos al hablar de la posición política de alguien y por ello planteó el problema de cómo clasificar las cada vez más complejas posiciones políticas de los individuos.
Nolan nos recordó que “izquierda” y “derecha” son términos que se utilizan desde tiempos de la Asamblea Francesa de hace más de 200 años. Los políticos conservadores que defendían la monarquía se sentaban en la derecha y los revolucionarios, que querían cambiar el estado de las cosas, a la izquierda.
Una categorización de hace más de dos siglos, claramente no está a la altura de los fenómenos políticos, sociales y económicos del siglo XXI.
El gran paso de Nolan fue el de entender tu posición política a partir de los límites que tú crees que debe tener la acción del estado en las libertades sociales y en las libertades económicas y, a partir de ello, crear un nuevo mapa de las posiciones políticas que se volvió referencia mundial.
Mucha gente en México cree que aquellos de derechas están en contra de los cambios sociales, y que aquellos de izquierda buscan mayores libertades para los ciudadanos. Pero, qué pasa con aquellos, por ejemplo, que creen que se debe poder abortar en condiciones muy específicas, como cuando una mujer es violada. ¿Son de izquierdas, de derechas? Además, cuando hablamos de economía, la cosa se pone más compleja todavía: ¿cuál es la posición política de una persona que piensa que la regulación de las empresas privadas por parte del estado debe aplicarse solo en cuanto sus obligaciones hacia los empleados pero no en cuanto a su participación en el mercado?
Tiempo después de haber publicado su gráfica, Nolan proponía que la actividad política de una persona podía dividirse en dos categorías. Por un lado, se encuentra la actividad económica, es decir, todo aquello que las personas hacen como productores y consumidores (lo que pueden comprar, vender, producir, dónde trabajan, a quién contratan, qué puede hacer con su dinero, entre otras). Por otro lado, tenemos la actividad social, es decir, el conjunto de actividades que la gente realiza para establecer relaciones personales o ejercer su libertad de expresión, así como lo que hacen con sus cuerpos y mentes, como escoger qué libros leen o qué películas ven, qué comida, medicina o drogas deciden consumir, sus elecciones religiosas o de asociación, entre muchas otras.
Nolan convirtió estas categorías en los ejes de un gráfico muy fácil de entender. Un eje mapea las libertades económicas: entre más te acerques al 0, menos libertades económicas crees que las personas deben tener, lo que quiere decir que es el estado quien debe administrar las libertades económicas.
En el otro eje, entre más te acerques al 0, menos libertades sociales crees que son necesarias, y más cerca estás de pensar que es el estado quien debe regularlas. Por otro lado, entre más te acerques al 100, menos injerencia crees que debe tener el estado en las libertades sociales.
Como ves, si en ambos ejes te fueras directo al cero, crees que el Estado debe controlarlo todo, serías un estatista, lo que antes se conocía como totalitarista. Si llegaras al cien en ambos ejes, estarías en contra de que el estado regule nuestras libertades sociales y las económicas: serías un libertario.
El “Diagrama de Nolan” ofrece cuatro posiciones políticas e ideológicas:
Progresista o “de izquierda”: aquel que considera que el Estado es quien debe tener control sobre el flujo económico, pero no en cómo ejercemos nuestra libertad individual, siempre y cuando ningún tercero se vea afectado por nuestras acciones
Conservador o “de derecha”: aquel que sostiene que el Estado debe regular la libertad individual, pero no el flujo económico, siempre y cuando la macroeconomía no peligre.
Estatista: argumenta que el Estado debe tener un completo control tanto de la libertad individual como del flujo económico para así prevenir y reducir al mínimo la posibilidad de crisis social, política y económica.
Liberal o libertario: aquel que piensa que el Estado no tiene por qué intervenir ni en el flujo económico ni en cómo ejercemos nuestra libertad individual y así, hacer la esfera de derechos lo más amplia posible.
Todo lo que hay en medio no es sino matices de estas cuatro posturas, unos más marcados que otros.
Ubicando la posición política de una columna de opinión
La forma en que logramos ubicar la postura política vertida en una columna dentro de su respectiva escuela de pensamiento es cuestionando cada entrega de columna con seis filtros clasificatorios: tres de ellos relacionados con lo social y tres relacionados con la posición económica. Después, un algoritmo pondera las “clasificaciones” de cada entrega de columna para dar un resultado final.
Estos son los filtros:
Derechos Sociales
Derechos civiles (enfocados a las libertades negativas).
-1 N/A 1
Derechos sociales (enfocados a las libertades positivas).
-1 N/A 1
Derechos políticos (enfocados a la relación del individuo y organizaciones sociales frente al Estado).
-1 N/A 1
Economía
Obtención y administración del patrimonio
-1 N/A 1
Volumen de recaudación estatal y financiamiento de bienestar social
-1 N/A 1
Relación entre mercados
-1 N/A 1
En ocasiones, ocurre que el texto de una columna no es suficiente para responder cada una de las seis preguntas, pues es natural que estas no puedan abarcar tantos temas como para encontrar una postura sobre todos ellos. Si no hay una declaración dentro de las opiniones que se posiciones hacia el mayor o menor control del Estado frente a ciertas libertades, entonces su calificación es 0, y el resultado final no se ve afectado.
Si, por otro lado, una idea que expresa la necesidad de mayor control por parte del Estado en ciertas libertades, la calificación será -1.
Si, de otra forma, una idea que expresa la necesidad de menor control por parte del estado en ciertas libertades, la calificación será 1.
La ponderación de estas calificaciones dará como resultado una posición más fidedigna que la que se pueda concluir al leer solo una entrega de columna. El resultado se verá así:
El problema de medir la veracidad
Dichos y hechos como nosotros los definimos.
Los dichos -entendidos como la dimensión analítica de tipo cualitativo- son evaluados en términos de verdadero, verdades descontextualizadas y falso y, además son acompañados de una fuente que refuerza o falsea el argumento, así como de un comentario editorial sobre dicho argumento; los hechos -la dimensión analítica de tipo cuantitativo- por otra parte, son datos duros que son falseados o confirmados en términos de la diferencia de verdadero/falso a partir de fuentes que confirmen o falseen los datos proporcionados.
No obstante, a pesar de la diferencia analítica entre dichos y hechos, entendemos que ambas dimensiones están sujetas a sufrir cierto sesgo, sobre todo la dimensión cuantitativa, debido a que por una parte sabemos que no existe neutralidad estadística o de producción de datos, ya que responden a investigaciones que de inicio tienen objetivos particulares (que no pueden ser neutrales); y por otra parte, el observador (columnista) hace de hecho una interpretación de los datos que consulta con la finalidad de mostrar, analizar o comprobar su argumentación.
¿Se puede decir que la opinión de alguien es verdadera o falsa?
En estricto sentido no, sin embargo, el consenso nos dice que la columna de opinión, como tradición periodística ya antigua, está anclada completamente a la retórica, al arte del discurso, el arte del convencimiento.
No está de más mencionar que la misión del opinólogo es interpretar los hechos y convencer al lector de que esas interpretaciones son válidas para entonces influir en la opinión propia del lector. A diferencia del reportero, el columnista puede y debe interpretar los hechos, no solo reportarlos.
Una opinión es una declaración y todas las declaraciones tienen un porqué. Esos porqués son los apoyos de los argumentos y opiniones. Estos apoyos son de muchos tipos: a la declaración “es mejor que las mujeres tengan la libertad de abortar cuando quieren”, se le puede agregar cualquiera de los dos siguientes apoyos:
“Es mejor que las mujeres tengan la libertad de abortar”
- porque así lo creo
- porque se ha comprobado que es benéfico para la sociedad
La segunda opción pertenece a una declaración con buenos apoyos, y habría que comprobar que esos apoyos son verdaderos, a través de la investigación y la estadística.
La primera declaración parte de la experiencia personal del columnista y se buscan las fuentes que podrían sustentar estas declaraciones para comprobar que son verosímiles.
Es claro también que estos apoyos pueden ayudar a manipular una conclusión, lo que nosotros calificamos como una “verdad descontextualizada”.
¿Qué tan subjetivo es este ejercicio?
Lo es en todo sentido, sin embargo, es abierto y público. Las calificaciones de los hechos son acompañadas de un link a una fuente oficial o relevante en donde tú mismo puedes comprobar las cantidades y estadísticos expuestos.
La calificación de los dichos (dado que pertenecen a la materia de la retórica), es siempre defendida en el párrafo de comentarios por nuestro equipo y está ahí para discutirla entre todos.
Iteración de temas
Creemos que los columnistas deben tener libertad de inferir de los hechos que quieran y dar una explicación personal; es precisamente por nuestro deseo de que esa libertad prevalezca (la de elegir su agenda y opinar sobre ella), que mapeamos la iteración, es decir la repetición de temas, para exponer las agendas de los opinólogos, y sean más fáciles de entender a través de la visualización.
Ellos mismos podrán explicar la curaduría de sus agendas, defenderla y dialogar sobre esta con el público a través de esta plataforma.