Merkel_EPN
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No cabe duda que en 2016 ocurrieron dos sucesos que transformaron el escenario político y económico global, estos son el Brexit en Reino Unido y la victoria de Donald Trump en Estados Unidos. En palabras del sociólogo y filósofo alemán Jürgen Habermas, estos dos hechos representan “un punto de inflexión histórico: el fin del mundo tal y como lo conocíamos”, sobre todo porque por un lado el Brexit representa “una victoria del populismo sobre el capitalismo en su país de origen” y, por otro lado, siguiendo el razonamiento de  Habermas podríamos agregar que el triunfo de Trump es otra victoria del populismo, pero ahora en el país más capitalista del mundo, aquel que impulsó e impuso ese sistema desde el fin de la Segunda Guerra Mundial hasta nuestros días. ( Vía: Observatorio Económico Latinoamericano)

Podríamos decir que esta rebelión anglosajona reconfiguró el escenario mundial con base en la disputa entre clausura y apertura, o si se quiere ver en términos de Anthony Giddens, se intensificó el conflicto entre cosmopolitismo y fundamentalismo. Es decir, lo que tenemos es una pugna entre el modelo que defiende y promueve la globalización, la apertura, la búsqueda de integración y la construcción de diálogo racional que tiende al consenso, por usar el concepto habermasiano; y el modelo nacionalista, proteccionista y aislacionista que busca recuperar ese pasado, esa identidad y ese estilo de vida arrebatado por el sistema global.

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En esta nueva pugna las ideologías se difuminan, esto significa que la distinción izquierda/derecha ya no alcanza para explicar el problema, ya que se pueden observar, por una parte,  sectores de la izquierda más progresista como de la derecha  liberal, que a pesar de tener diferencias sustanciales, coinciden en la apertura o el cosmopolitismo asociado al sistema políticos, social y económico, ahí tenemos como ejemplos a Angela Merkel en Alemania y a Emmanuel Macron en Francia. Por el contrario están otros sectores de la izquierda y la derecha que, con sus diferencias, apuestan a la clausura y al proteccionismo, ahí están por ejemplo Trump y Nicolás Maduro, que aunque ideológicamente pueden ser opuestos coinciden en el ideal de la política basada en la diferencia schmittiana amigo/enemigo, en una economía protegida y en una sociedad con derechos restringidos con base en criterios ideológicos o étnicos y raciales. 

Como podemos ver, el tema no se reduce solamente a concepciones de lo político en términos de enemigo/oposición, sino que también está presente lo económico a partir de la diferencia apertura/proteccionismo y por supuesto en lo social en términos de la diferencia de inclusión/exclusión . A partir de estas diferencias se ha reordenado el sistema global, vemos que el repliegue de los Estados Unidos y en menor medida de Reino Unido, ha cambiado el tablero, sacando a China (que es un caso excepcional ya que es un país socialista que respalda el libre mercado) son  Alemania y Francia los que hoy en día promueven el modelo de apertura en lo económico, en lo político y en lo social.

Estos países aunque no han roto relaciones con Estados Unidos, si han marcado una línea radical con Trump en temas como comercio, migración, energía, seguridad y ecología. De hecho, ambos mandatarios son vistos como un frente contra Donald Trump y sus políticas contra el libre comercio, el calentamiento global y la migración. 

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México por supuesto, al estar integrado en el sistema global no se encuentra exento de estos problemas geopolíticos, de hecho ha sido blanco de las agresiones de Donald Trump, quien se ha lanzado contra los acuerdos de libre comercio con nuestro país, ha implementado una política sistemática de cacería contra migrantes y se ha lavado las manos en los temas de seguridad bilaterales. Pero, como sabemos, muchos de los sueños autoritarios de Trump no se han podido cumplir ya que han sido frenados por otros poderes tanto fácticos como institucionales, de ahí por ejemplo que no salgan del TLCAN y solo busquen renegociarlo o que los vetos migratorios a países musulmanes se hayan echado para atrás.

En ese sentido, la visita de Angela Merkel a México el día de hoy no es cosa menor, ya que en esta reconfiguración, México se ha vuelto un punto estratégico para este bloque anti Trump, así que la visita de la canciller alemana  tiene un mensaje implícito para el líder nuestro vecino del norte, toda vez que viene a refrendar los acuerdos políticos y económicos con ese país y con la Unión Europea en general. México por su parte también se beneficia en el sentido no solo porque reafirma su posición de apertura en el mapa geopolítico, sino también porque apuntala esa búsqueda de diversificación comercial que busca nuestro país y que tiene como fin reducir la dependencia con el mercado de América del Norte, lo que a largo plazo se traduciría en una reducción de contingencia ante eventos como el de la llegada de Trump a la presidencia.

Merkel

Dicho todo esto podemos analizar en particular el estado de a relación entre México y Alemania. La relación comercial entre los dos países ha crecido exponencialmente desde la firma del Tratado de Libre Comercio con la Unión Europea en el año 2000, de ese año a la fecha el comercio entre las dos naciones ha crecido un 150%, del cual un 60% fue solo de 2005 a 2015. 

Sin embargo la relación ha sido dispar ya que México tiene un déficit comercial con Alemania, ya que para nuestro país, Alemania figura entre nuestros 5 socios más importantes, mientras que para ellos, México no figura entre sus principales socios a pesar de que es su principal en América Latina, específicamente ocupamos el número 23 en exportaciones alemanas y 28 en sus importaciones.

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La relación comercial bilateral entre ambos países se ha estabilizado en los últimos años, de 2013 a 2016 las cifras de comercio tuvieron un promedio de entre 17.3 y 17.5 mil millones de dólares. Los principales sectores involucrados en la relación México-Alemania son el automotriz, el farmacéutico, el  electrónicos y el de maquinaria de precisión y el petroquímico, los cuales componen el 80% del comercio entre las dos naciones.

En términos de inversión extranjera directa, Alemania ha invertido de 2000 a 2016 alrededor de 12 mil millones de dólares, lo que representa el 2.7% del total de inversiones extranjeras directas en México. En términos del total de los miembros de la Unión Europea, Alemania ocupa el cuarto lugar de inversionistas en México y es el sexto en términos de la inversión que llega a México.

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Por su parte, México es el país latinoamericano con mayor inversión extranjera directa en Alemania, de 2000 a 2015, México ha invertido en ese país europeo alrededor de 1.5 mil millones de dólares, pero poco más de la mitad de esa suma, es decir 768 millones de dólares fueron invertidos solo de 2012 a 2015. Las principales inversiones son en el sector secundario de la economía relacionados a la construcción, industria química y autopartes. (Vía: Embajada de México en Alemania)

Lo que se espera en la visita de la canciller alemana no solo es entonces el mensaje implícito y explícito a Trump, sino también fortalecer los lazos políticos y económicos con nuestro país. Para México es importante aumentar las relaciones comerciales con este país y con la Unión Europea en la medida de que le permite diversificar sus mercados globales, por supuesto no es la solución ya que nuestro mercado interno también necesita facilidades para su desarrollo, así que no hagamos fiesta ya que la tarea apenas está a la mitad.

 

 

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